Si sobre avances o evoluciones en la pistolas de dotación policial estamos hablando, no existen grandes novedades ni las ha habido en los últimos años. De hecho, la última gran revolución en este campo ya ha superado las tres décadas y la supuso la aparición de las pistolas GLOCK, que marcaron sin duda un antes y un después en el sector. Otra muestra de este inmovilismo es la vigencia y cantidad de incondicionales con que todavía cuenta el mítico diseño de John Moses Browning, que como todo aficionado sabe vio la luz en 1911, año del que tomó nombre el modelo de la firma COLT. Un arma que con sus actualizaciones y leves cambios, todavía es la elegida por un gran número de agentes de la ley; no en estas latitudes, pero sí en USA, donde es el arma por la que optan muchas agencias y unidades policiales.
En cambio, donde sí ha habido grandes cambios, y podríamos hablar de una clara y significativa evolución, es en otro elemento de la dotación policial íntimamente ligado al arma corta, y hasta no hace mucho tiempo casi totalmente descuidado. Me estoy refiriendo a la funda de pistola para servicio policial, que ha pasado de ser una bolsa de cuero para portar el arma, a ser una pieza esencial en la dotación y construcción del sistema defensivo del policía.
Como decía, no hace mucho tiempo hablar de una funda era hacerlo de una simple bolsa de piel, o cordura para los más “modernos”, en la que se introducía la pistola y ésta se “aseguraba” (por llamarlo de algún modo), mediante cierres con clips o velcros varios, que en ocasiones incluso entorpecían el empuñamiento del arma.
Como muy a menudo sucede, el paso en la evolución fue pendular, es decir, pasamos de un extremo al contrario, y aparecieron las primeras fundas antihurto, un innegable avance en seguridad que ha cambiado el modo de trabajar y proceder de los policías. No obstante, el movimiento pendular que antes mencionaba nos llevó a asegurar de más el arma en la funda, y surgieron fundas que olvidaban que el arma, en caso de necesidad, debía poder ser extraída de manera rápida y natural, e introdujeron trabas al desenfunde como giros antinaturales, cierres extraños y sistemas de retenida imposibles de desactivar en situación de estrés.
De tal forma que, si antes de la aparición de las fundas antihurto el arma casi se caía de la funda, pero permitía una disponibilidad relativamente buena, hubo un momento tras la aparición de estas fundas anti robo en que el arma iba perfectamente asegurada, pero resultaba difícil su extracción en situaciones reales cuando el estrés hacía acto de presencia.
Actualmente, parecen imponerse las fundas con sistemas de retenida, pero simplificando estos mecanismo para hacerlos funcionales en situaciones reales con estrés. En este tipo de fundas es posible que el arma quede algo más expuesta al hurto, lo cual creo que está dentro de toda lógica, pues tras profundizar en los casos que he conocido sobre arrebatamiento del arma a agentes de policía, se pone de manifiesto que por lo general, más que tratarse de arrebatamientos, que también los hubo, en la mayoría de los casos lo que ocurrió es que el policía, de un modo u otro, perdió su arma y la otra parte en la intervención, “el malo”, la cogió con intención de utilizarla o simplemente impedir que el policía lo hiciera. En la mayoría de casos el arma cayó de una funda sin ningún sistema de retenida, o de uno basado en un broche de fácil apertura, tras un forcejeo o durante una simple carrera del policía.
Es por esto que considero muy acertada la simplificación actual de los sistemas de retenida, pero entiéndase que cuando hablo de simplificación me refiero a que son más fáciles de actuar sobre ellos para su desactivación, aunque para ello lejos de una simplificación como tal, lo que existe es un brillante trabajo de investigación y desarrollo de los materiales y mecanismos, encaminados a conseguir ese difícil equilibrio entre una retenida óptima y una fácil y eficaz disponibilidad del arma.
En este sentido, una buena funda no es solo la que consigue este equilibrio, es además la que permite un enfunde igualmente rápido y seguro, siendo éste un aspecto fundamental. Que posea lo que se denomina auto-retenida, que no es más que el simple hecho de conseguir enfundar el arma sin precisar manipulaciones añadidas. Con este enfundado se activa algún tipo de sistema de retenida automático, siendo esta una característica que aporta al policía una ventaja decisiva en transiciones rápidas a niveles de fuerza menores.
Ventajas de portar una adecuada funda de servicio
Aprovechando que hablamos de transiciones, conviene decir que es este punto, junto al hecho de poder portar con seguridad el arma con cartucho en recámara sin miedo a perder nuestra pistola a las primeras de cambio por culpa de una funda insegura, lo que ha hecho que la funda pase de ser un simple complemento a ser un elemento esencial en la dotación de fuerza del policía. Y es que para mí es fundamental contar con una buena funda de arma corta, pues operativamente aporta las siguientes ventajas:
1º. El uso de una buena funda acaba con la imagen de un policía corriendo con la mano sobre su arma en la funda, para evitar su pérdida. Además, permite al agente centrar toda su atención en la carrera, y no desviarla hacia su cintura.
2º. La seguridad de llevar el arma bien retenida en la funda permite portar cartucho en recámara con seguridad, consiguiendo con ello que armas que han sido pensadas para el servicio policial, y en consecuencia diseñadas para llevar cartucho en recámara, puedan por fin ser así portadas. Además, este hecho redunda en que el último escalón de fuerza en la dotación del policía, la pistola, se encuentre presta para su utilización desde el mismo momento del desenfunde, consiguiendo con ello ventaja en dos aspectos claves:
Primero, en una intervención en la que no se encuentra todavía definido el nivel de fuerza necesario, podemos intervenir con niveles de fuerza menores (mano vacía, bastón, Taser…) y en caso de necesitarlo, incrementar el nivel hasta el arma de fuego de manera rápida y eficaz.
En segundo lugar, llevar el arma con cartucho en recámara, asegurada en una funda eficaz, permite el uso de la pistola de manera simultánea a otros elementos, como por ejemplo una linterna, ya que si por tener una funda insegura no portamos cartucho en recámara, la utilización del arma tendrá que estar precedida por el gesto de montarla, lo que en situación de estrés y con la mano débil ocupada con una linterna se torna casi imposible.
3º. Si en el punto anterior destacaba la importancia de la funda para facilitar una transición a un mayor nivel de fuerza, se puede decir que es incluso mayor la aportación que una buena funda realiza sobre una transición a menos, es decir, cuando disminuimos el grado de fuerza y pasamos de intervenir con el arma de fuego a hacerlo con otro elemento menos lesivo, ya que si a la rigidez de una funda antihurto le añadimos la capacidad de auto-retenida y el entrenamiento adecuado, conseguiremos minimizar el tiempo empleado en dicha transición. Además, nos será posible realizar dicha transición con una sola mano y sin perder la vista de nuestro objetivo, algo prácticamente imposible con una funda de piel.
4º. Una buena funda debe hacer que la mano, al actuar en los mecanismos de desactivación de las retenidas, quede en una posición perfecta sobre el arma, haciendo que la única extracción posible sea la correcta, es decir, con un agarre alto y centrado de la pistola.
Para ir concluyendo, y por si los citados no fuesen suficientes aspectos a tener en cuenta a la hora de dotarnos de una buena funda, debemos prestar atención a otras características importantes, como la calidad y durabilidad de sus materiales; la ausencia de mecanismos complejos de desactivación de las retenidas que puedan romperse en el peor momento; que los elementos de puntería queden bien protegidos; o que la pala de sujeción deje el arma a una altura óptima y con una separación adecuada para portarla con ropa de abrigo o sin ella (mejor aún si ofrece posibilidad de configuración en virtud del gusto del usuario o incluso la temporada del año, que hará que trabajemos con más o menos ropa).
En definitiva, son muchos los aspectos a tener en cuenta a la hora de elegir una funda de servicio para nuestra arma corta, siendo también mucha la oferta con que hoy cuenta el mercado, por lo que yo aconsejo, si la elección depende de uno mismo, probar varias opciones antes de decidirnos para no equivocarnos en una decisión tan importante. Y no basarnos en que nos la vendan bajo la vitola de un mayor o menor nivel de seguridad, ya que dicha catalogación no sigue una estandarización estricta y ésta depende de cada marca o fabricante.
Una vez decididos por una opción, o dotados sin decidir si la funda la suministra el cuerpo al que se pertenece, es fundamental entrenar mucho y a menudo con la que vaya a ser nuestra funda de servicio.