Ha sucedido en Dallas, en Estados Unidos, pero a tenor de los comentarios que leo en foros policiales españoles parece que aquí, en España, nunca hubiéramos visto a alguien usar un destornillador para atacar a otro semejante. La expresión más recurrente está siendo que “allí no se lo piensan”, que ven a un tío con un destornillador y le pegan un tiro. Pero esto no deja de ser un resumen un tanto tramposo y emboscador, sin malas intenciones, por parte de algunos.
En esta grabación hay mucho que matizar. De entrada, tenemos que significar que los policías habían sido comisionados, como la propia filmación parece indicar, al efecto de comprobar una posible ilicitud. Una intervención comisionada, lo que sin duda puede sugestionar emocionalmente a los actuantes en virtud de la información que poseyesen al respecto. Contra esto no siempre se puede luchar, por muy policía que uno sea. De hecho, se sabe fehacientemente que la madre del herido había telefoneado a Emergencias informando de que su hijo, esquizofrénico temporalmente no medicado, estaba profiriendo serias amenazas contra ella.
Los disparos no se efectúan cuando el individuo asoma por la puerta, en cuyo caso seguramente no habría tenido que redactar estos párrafos. Las detonaciones se originan en el momento en que, tras ser requerido varias veces para que suelte el destornillador, el hombre avanza decidida y violentamente, instrumento en mano, hacia la posición que ocupaban un agente y la propia requirente. Esto se produce, además, en un rango de escasísimos metros, lo que sin duda hubiera podido llegar a provocar lesiones graves a quien el atacante le hubiese clavado tan circunstancial arma.
No veo exceso de celo por parte de los actuantes, sino una intervención proporcionada, teniendo en cuenta todo lo sucintamente expresado con anterioridad. Sin embargo, responder de otro modo, quién sabe si no hubiera supuesto una actuación contrariamente desproporcionada para los funcionarios. Para lograr reducir al adversario con garantías de seguridad para todos, además de con eficacia, este policía tendría que haber sido muy experto en técnicas defensivas a mano desnuda.
No me canso de decirlo: en la vida real rara vez salen bien las cosas que nos tragamos, diariamente, en la televisión, en el cine y en algunos tatamis. Sí, parece que uno de los intervinientes portaba una pistola Taser de impulsos eléctricos, pero seguramente no tuvo tiempo para reaccionar y de hecho no lo hizo, sino que fue su binomio quien resolvió la situación.
El problema aquí es que muchos se ven, a sí mismos, muy alejados de la realidad de las intervenciones violentas armadas. Hay que esperar lo inesperado y pensar en ello; mentalizarse y concienciarse de que lo que parece poco probable, y hasta inverosímil, puede suceder. Mentalidad táctica, algo por lo que rápidamente se tacha de majareta al que la pone en práctica. Pocos se plantean con seriedad este tipo de supuestos, y cuando lo hacen, es siempre pensando en qué dirá el juez y en cómo reaccionarán los jefes y la opinión pública.
Así las cosas, cuando algo de esta naturaleza se nos presenta, la mayoría tiramos para atrás y que sea lo que Dios quiera. Si apuñalan al ciudadano que nos había requerido diremos, y que se salve el que pueda, que no pudimos evitarlo y nos convenceremos de ello, sea cierto o no. Y si la sangre derramada fuese la de otro policía, lo mismo, solo que ahora, con heridas de por medio en uno de los nuestros, sí veríamos justo abatir al hostil (otra cosa es que lo logremos). Pero no es así, yo no lo veo de ese modo. Yo pienso que no hay que esperar tan tremebundo resultado para que podamos defendernos, eso sí, ecuánimemente. Es falso que tengamos que estar moribundos para poder disparar, pero sin duda es verdad que esto puede ayudar a justificar judicialmente el resultado de nuestra respuesta.
Lo que ya no tengo claro es si el miedo que tenemos de usar el arma de fuego es a fallar e impactar sobre inocentes, a acertar y herir o matar al malo, o yo qué sé. Un buen policía me confesó que una vez dejó huir a un traficante de drogas con el puñado de papelinas que acababa de tirar al suelo en su presencia, durante una persecución a pie, porque el delincuente esgrimió un cuchillo y él —el funcionario— no solo no fue capaz de dispararle (estaban a 3 o 4 metros de separación), sino que admitió que ni se había acordado de que llevaba una pistola en la cintura. Es más, tiempo después me reconoció que jamás había entrenado el desenfunde, la acción de montar el arma, la de desactivar el seguro manual y la de disparar. Más aún, en diez años solamente en una ocasión había pasado por un campo de tiro y lo había hecho a nivel particular, con varios policías de otro cuerpo. Insisto, es un gran policía que olfatea el delito, lo persigue, y que encima hace presa.
Las confesiones de este agente fueron más lejos. En una ocasión posterior me dijo, en una línea de tiro de una jornada de entrenamiento no oficial, que todavía no tenía realmente claro si hubiera sido legal disparar aquella madrugada, a quien a tan corta distancia le espetó: “¡Como te agaches a por las ‘papelas’, te mato aquí mismo!”. Este compañero es, a día de hoy, un hábil tirador, pero desde luego no gracias al adiestramiento institucional, sino al que él se ha costeado. Actualmente no sabe si abriría fuego en caso de volver a vivir la situación descrita. Pero sí sabe, y yo doy fe de ello, que en dos segundos es capaz de desenfundar, disparar y acertar, en doble acción, a una silueta colocada a aquella misma distancia. Ahora es, para bien de todos, un policía muy seguro. Se ha convencido, a base de entrenar un poco, tampoco mucho, de que ya no es un peligro andante pistola en mano.
Para finalizar, destacar que en un capítulo del libro “En la línea de fuego: la realidad de los enfrentamientos armados” (Tecnos) uno de los treinta policías españoles entrevistados sobrevivió al ataque de dos personas, una de la cuales utilizó en su acometimiento un destornillador. Gracias a la pericia adquirida por este agente, que entrenaba frecuentemente con su pistola fuera de los cauces reglamentarios, consiguió acabar con la vida de uno de sus agresores, herir a otro y poner en fuga a un tercero al que, realmente, nunca llegó a ver.
Los dos agentes de policía de Dallas, que fueron comisionados al domicilio del enfermo de esquizofrenia, sólo reaccionaron cuando la persona requerida, después de dejarles ver que llevaba un destornillador en las manos, no sólo no depuso su actitud amenazante, sino que se abalanzó sobre ellos, poniendo su vida en peligro y la de la propia requirente.
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Actitud inicial de los agentes
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Distancia de seguridad con el requerido
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Reacción ante la amenaza directa con el destornillador
5s Comentarios
Manuel Ortiz
Muchas veces, incluso a nosotros mismos los policias nos cuesta defender este tipo de actuaciones… Pero hay que tener en cuenta que analizamos y reflexionamos detras de una pantalla, plácidamente sentados en nuestra silla preferida y con todo el tiempo del mundo para visualizar una y otra vez el video. Deberíamos empatizar con todos los actores del suceso, especialmente con la persona abatida y los agentes involucrados, intentando ver la situación con el mismo prisma que ellos… Porque los que nos dedicamos a esta profesión,sí sabemos que las cosas no son nunca lo que parecen, donde cualquier requerimiento puede complicarse en décimas de segundo. Además a veces solo el instinto, la preparación y por qué no, la suerte decide en poquísimo tiempo quien vive, sale herido o desgraciadamente muere. Hay que estar ahí y» vivirlo en tres dimensiones». Quiero creer y así lo creo que desde que estos agentes fueron comisionados lo último que hubiesen querido es tener que utilizar fuerza letal contra nadie. Otra cosa distinta es el hecho de que estos agentes esten mentalizados con lo de » me puede pasar» y llegado el caso actuaré en consecuencia y determinación. Las verdades no existen, sólo las verdades a medias. Un saludo.
Ferny
Como dijo una vez un ex presidente nuestro, » con educación se puede decir cualquier cosa «. El vídeo da para muchas interpretaciones, cómo que los que están más nerviosos son lo agentes que actuan, que no parece que blanda el destornillador de forma agresiva, etc…
En puedo estar de acuerdo al 100% con el señor Ernesto, aunque solemos coincidir muchas veces, esta vez no. Yo si, a mi humilde opinión, veo desproporcionado el uso de la fuerza letal.
No pretendo levantar ampollas, ni mucho menos, es mi opinión.
Por qué ante este caso, si no se hubiera visto un taser, este mismo vídeo se usaría de forma viral para respaldar el uso de una arma » menos » letal, y así los agentes no hubiesen tenido que disparar bla, bla, bla ( lo que siempre leemos ) pero va y resulta que hay un taser en acción y no se usa, cuando prácticamente parece casi de manual su uso.
Sí, ya sé… hay que encontrarse. No digo que uno ( o ellos ) no se defiendan, ni mucho menos, digo que ante un tornavís, a cierta distancia ( como este caso ) da para apartarse hacía atrás, o usar el taser o salir por patas… incluso disparar en una pierna, no sé, a mi me da la impresión de un tiro muy rápido sin haber analizado la situación ( terceras personas detrás ) o si realmente iba hacer uso de ese objeto como arma.
Y efectivamente, a mi en este caso, me hubieran clavo esa arma llegado a ese extremo.
Insisto en no molestar a nadie, pues no es esa mi intención.
Un saludo Ernesto !!
Ernesto Pérez
Hola, Ferny.
Después de haber realizado personalmente cerca de 600 detenciones, muchas de ellas violentas, me atrevo a decir que nunca sabremos cómo actuaremos llegado el caso. Sí podremos saber, al menos quienes hemos detenido mucho, qué queríamos hacer; pero garantizar algo en este campo es una cosa que nunca hice y en lo que sigo sin mojarme.
En mi opinión no había un Taser en acción sino un Taser en su funda y lo tenía, precisamente, quien no disparó la pistola. Si hemos visto hasta la saciedad vídeos en los que agentes portadores de armas largas en las manos no podían responder a tiempo y eficazmente con ellas, ¿por qué creemos ahora que sí hubiera dado tiempo a sacar el Taser, activarlo, dispararlo y acertar? Por cierto, todo indica que ese modelo de Taser es de un solo tiro.
Gracias por tu sincera opinión, Ferny.
Saludos.
Ernesto.
Ernesto Pérez
Hola, Ferny.
Después de haber realizado personalmente cerca de 600 detenciones, muchas de ellas violentas, me atrevo a decir que nunca sabremos cómo actuaremos llegado el caso. Sí podremos saber, al menos quienes hemos detenido mucho, qué queríamos hacer; pero garantizar algo en este campo es una cosa que nunca hice y en lo que sigo sin mojarme.
En mi opinión no había un Taser en acción sino un Taser en su funda y lo tenía, precisamente, quien no disparó la pistola. Si hemos visto hasta la saciedad vídeos en los que agentes portadores de armas largas en las manos no podían responder a tiempo y eficazmente con ellas, ¿por qué creemos ahora que sí hubiera dado tiempo a sacar el Taser, activarlo, dispararlo y acertar? Por cierto, todo indica que ese modelo de Taser es de un solo tiro.
Gracias por tu sincera opinión, Ferny.
Saludos.
Ernesto.
Ernesto Pérez
La casualidad ha querido que justamente en mi provincia haya ocurrido algo similar a lo del artículo, pero con otro resultado. Hace unos días, en Cádiz, un varón adulto atacó a varios agentes de policía que trataban de identificarlo y desarmarlo: portaba un destornillador y acababa de amenazar, con él, a un ciudadano (el que requirió la presencia policial).
Los agentes NO portaban Taser, aunque sí cuatro pistolas de 9 mm Parabellum, pero no pudieron desenfundar a tiempo: un funcionario acabó con un brazo fracturado, otro con una herida en la barbilla, producida con el destornillador, además de con una clavada en el chaleco balístico (evitó una grave lesión en el tórax) y un tercer policía recibió tres clavadas que por suerte también detuvo el chaleco. El atacante, finalmente, falleció durante la reducción llevada a cabo por los actuantes.
A meditar.