Puede que esta expresión anglosajona, the follow through, suene extraña a quien no esté familiarizado con ella. Sin embargo, esta expresión, que traducida al español significa “continuación o seguimiento de algo”, engloba o abarca mucho más de lo que en un principio podríamos imaginar, ya que llevado a la práctica este término es una parte fundamental del entrenamiento en materia de tiro policial.
Pocos son los instructores que aplican el significado de esta expresión a sus ejercicios de tiro, máxime si dichos ejercicios son obligatorios, pues ya sabemos que tristemente éstos son escasos y pobres en cuanto a número y periodicidad se refiere. Muchos de esos ejercicios de tiro obligatorios son someras expectativas de lo que deberían ser. En realidad, son ejercicios de compromiso para salvar la papeleta, ejercicios pobres en cuanto a consumo de munición, técnicas, desarrollo de situaciones o realidad, realizados la mayoría de ellos a toque de silbato como de si una fábrica se tratara. Todo está cronometrado, sincronizado, con un exceso de celo por parte del instructor por lo que pudiere pasar, y con un exceso de pasividad por parte de quien los ordena u organiza.
Déjenme que antes de regresar al tema que nos ocupa aclare con dos pinceladas mi opinión personal sobre los ejercicios de tiro que se realizan a toque de silbato. Para mí es un “estímulo irreal”, innecesario, y que induce a engaño al tirador. El día que un policía necesite de verdad desenfundar su arma para repeler una acción armada, donde nosotros estaremos siempre en desventaja con respecto al agresor (no olvidemos que es él quien decide, cuándo, dónde y cómo se desarrollará la intervención armada), cuando llegue ese día en el que un policía en una identificación a pie de calle, un punto de verificación de documentación, o un control de alcoholemia, vea cómo el agresor porta o saca un arma, yo me pregunto: ¿qué hará?, ¿sacará su silbato de dotación para hacerlo sonar y que el compañero se dé por aludido y reaccione ante la posible agresión?, ¿o por el contrario gritará sin más “armaaaaa”, algo tan sencillo y natural pero efectivo y real, poniendo así sobre aviso a su compañero para que reaccione ante tal situación?
El uso del silbato particularmente lo veo más para aquellos policías que empiezan a recibir sus primeras nociones básicas y practicas de tiro policial, para llevar un control inicial más estricto sobre sus acciones, pero solo para esa fase del aprendizaje. Es como el que aprende a ir en bicicleta y lleva los ruedines al empezar, de manera momentánea y preventiva.
A lo que íbamos. La llamada memoria procesal o memoria muscular es aquella que se obtiene con el paso del tiempo tras realizar un trabajo o una acción de manera reiterada y continua; digamos por ejemplo desenfundar y disparar, adoptar una determinada técnica o posición de tiro, empuñar, etc. Es aquello que sin más nos saldrá de manera innata en un momento real de necesidad.
Pues bien, si a todo esto se le añade que cada vez que un tirador finaliza su correspondiente ejercicio de tiro y como parte del mismo lo primero que hace es bajar el arma a 45º o guardia baja, como le han enseñado, extraer el cargador, comprobar el arma, devolverla a la funda… Me pregunto yo, ¿no es esto un trabajo reiterativo, repetitivo, continuo y común en todos los ejercicios que se desarrollan?, ¿no se está trabajando de esa forma la memoria procesal o muscular?, ¿no será esto lo que se haría de manera inconsciente después de haber efectuado varios disparos en un enfrentamiento armado?, ¿esta acción no podría suponer un error fatal para el tirador?, ¿no actuaria así instintivamente, porque así lo ha trabajado una y otra vez?
La continuación o seguimiento de la acción, en inglés the follow through, consiste en que una vez finalizados los disparos, el tirador desde su posición de tiro debe quedarse momentáneamente con el arma dirigida hacia el agresor o lugar de la agresión durante un escaso segundo, o dos, por si es necesario volver a realizar algún disparo más. El tirador debe estar preparado mentalmente para realizar un disparo o más, si la cosa no va bien.
La práctica de esta pequeña y simple acción cada vez que realizamos los entrenamientos tanto obligatorios como voluntarios, es la que puede marcar la diferencia entre salir airoso o no de la intervención armada. Después de este tiempo de espera, por llamarlo así, podemos replegar el arma hacia el pecho, sin llegar a tocarlo, y ladeando la cabeza buscar otras posibles amenazas. Cuando estemos seguros de que ya no existe un peligro real para nosotros, entonces podremos enfundar el arma.
Debemos entender que una intervención armada es complicada y que se pueden dar muchos factores. Puede durar poco o más de lo que nosotros hemos trabajado en los ejercicios, puede ser que ni si quiera desenfundes o efectuar muchos más disparos seguidos de los que practicamos en los ejercicios. Puede que te enfrentes a un solo agresor o a varios… por eso cada vez que entrenemos debemos acercarnos más a la realidad del tiro policial, logrando ejercicios más acordes a esa realidad, naturales, sencillos, pero a la vez efectivos.
1 Comentariro
René contreras
¿Sabran quién es el autor de dicha propuesta? The follow through.