Críticas a la caza: carta abierta en contra de esta moda en defensa de “lo verde”

Llevo una temporada viendo crecer una moda contra la caza, los cazadores y todo lo relativo a esta actividad. Parece que es tendencia atacar a los cazadores y colgarles los sambenitos de agresivos, asesinos, maltratadores de animales y personas, sanguinarios, destructores de la naturaleza y un largo etcétera.

Mi análisis de porqué sucede esto justo ahora es más o menos sencillo: Está de moda lo «verde»; ya sabéis, la ecología, lo sostenible, el medio rural (vía agro-turismo y un par de días claro), etc. De un tiempo a esta parte, se ha asociado el campo con una visión romántica de la vida. Tengo mis tierras, las cultivo con el sudor de mi frente y crío a mis animales y luego los vendo. No tengo jefe ni opresor y los tomates salen enormes y rojísimos; las vacas paren solas, los conejos y gallinas no son nunca atacados y los cerdos se mueren solos y antes de morir cuelgan sus jamones para que estén buenísimos… En fin, que el campo, es precioso, pero es un medio de vida duro. Duro no, durísimo. Y aunque a veces no nos demos cuenta, es un modo de vida para el que hay que valer. Nunca puedes tomarte un día libre y aunque hagas todo perfecto, siempre hay imprevistos que te echan a perder el trabajo de todo un año y tu sustento. Un granizo en un mal momento, una tormenta con mucha agua, una plaga de tal o cual insecto, un virus, un zorro, un lobo, una sequía…

Lo dicho, que el campo está de moda, pero no cuidamos ni al agricultor, ni al pescador ni al ganadero. Lo que a él le cuesta producir 13 céntimos de euro, se lo pagan a 15 o 16 y luego se vende en un supermercado a 2 euros. ¡Menudo negocio!

Está de moda lo verde, pero estamos «contaminando» el paisaje con los famosos molinos de viento que realmente tienen un impacto, ya no en el paisaje, sino en la fauna que obviamente no está acostumbrada a encontrarse con estos «molinillos» dando vueltas…

Está de moda lo verde, pero no queremos ver la fruta con manchas de tierra, o un insecto en la lechuga, o aún más lacerante, no queremos ver una gota de sangre en el filete de ternera. La pechuga de pollo la queremos bien disociada del pollito amarillo, y los peces da igual, porque no tienen sentimientos…

Está de moda lo verde, y está tan a la última, que algún periodista buscando su minuto de gloria, convirtió a un dentista americano responsable de la muerte de un león en África, en un español de pura cepa y vergüenza para todo el país. No voy a entrar en el tema de «Cecil», porque igual que el famoso periodista carezco de datos; pero a diferencia de él, prefiero no meter la pata inventándomelos. Lo que sí puedo decir es que era un animal precioso e imponente.

Por aclarar algunas cosas:

– Los furtivos no son cazadores. Son sencillamente eso: furtivos. En el colectivo de cazadores (a lo mejor yo tengo una enorme suerte y conozco a todos los Cazadores con C mayúscula) no solemos tolerar este tipo de comportamientos y nos produce todo el rechazo del mundo.

– Los cazadores respetamos los tiempos de veda y durante la época de no caza, salimos a pasear por el campo, alimentamos a los animales y les facilitamos el agua. En muchos casos, hasta se vacunan a los animales.

– Ningún cazador quiere exterminar una especie de su área de caza o de ninguna otra. Es más, cada año se asegura de nivelar bien la caza para que sea sostenible.

– El cazador suele ser limpio en el campo y no deja restos no orgánicos. No soy el único, pero yo recojo hasta las colillas.

– El cazador ama los animales y disfruta viéndolos.

– Cazar no es matar. Cazar es un concepto mucho más amplio que el hecho de terminar con la vida de un animal. Matar se mata en los mataderos (esos sitios que no existen para la nueva «moda verde»). La caza es preparación, cuidado y observación del campo; es respeto, es lance… como digo, es mucho más que «matar», aunque muchas veces la muerte forme parte del acto de cazar.

– Los cazadores amamos a los perros. Son el mejor de los compañeros y los cuidamos hasta el límite de lo increíble. Amar a un perro no es darle de comer gambas en Navidad y vestirlo de manera ridícula (eso es insultar al animal). Amar a un perro no es tenerlo en una terraza de 1×2 metros, cepillarlo y sacarlo a la calle 3 veces al día, y si ladra pegarle con la correa de marca. Amar a un perro es cuidarlo, hablarle, sacarlo al campo, dejar correr sus instintos. He visto rehaleros llorar por un perro abatido por un jabalí y los he visto llevarlos en brazos durante kilómetros para tratar de curar sus heridas. Por no hablar de que siempre se quedan esperando horas, buscando y llamando a sus grandes compañeros y amigos.

– Los cazadores portamos armas y somos extremadamente respetuosos con la ley referente a su uso y tenencia. Y para el que todavía no lo sepa, la ley española es dura en cuanto a la reglamentación de las armas de fuego.

– Tanto los agentes forestales como el Seprona representan la ley y deben velar por su cumplimiento, pero la responsabilidad sobre el campo es de muchos. Y esos muchos saben lo que es pisar el campo de verdad, no criticar simplemente porque está de moda…

La última adición a esta moda procede de uno de los grandes bancos españoles, hasta hace poco caja de origen catalán, que niega una operación aparentemente viable a un cliente por dedicarse a la gestión cinegética, representando esto, un potencial daño reputacional para la entidad. No tengo muchos datos, por eso no doy ni nombre de la entidad ni entro en detalle, pero de ser verdad me parece que merecen tener una gran publicidad de esta decisión y así poder saber si ese daño reputacional se produce por significarse o no.

Está de moda lo «verde», pero sin pisarlo, sin ver, sin saber y desde luego sin sentir el campo. Está de moda atacar la caza porque sí, porque es ser «cool»… Eso sí, de los mataderos no habla nadie, ni de los cables de alta tensión, ni de los molinos o de tantas y tantas cosas que realmente atacan a la naturaleza. No, de esas no habla nadie.

Algunas modas las siguen algunos gilipollas…