No voy a pedir disculpas por volver a sacar mis propias conclusiones del visionado de las imágenes tomadas en el curso de un tiroteo policial. Obviamente, desde el sofá de mi porche no voy a analizar los vestigios derramados en la escena, lo cual yo mismo definiría como absurda gilipollez. Pero no veo temeridad alguna en plasmar con palabras qué pienso de lo que veo en una filmación. Equivocado o no, pretendo seguir ejerciendo mi derecho a opinar y a razonar mis opiniones.
Con 46 años de edad y numerosos antecedentes policiales a sus espaldas, el sujeto que protagonizó este incidente debía saber, por acumulación de experiencia criminal y por lógica y sensatez, que tras haber participado en un atraco a mano armada podría ser tiroteado si en vez de colaborar con la Policía exhibía su revólver ante los agentes.
Tal vez buscaba poner fin a su vida, o quién sabe qué pasó por su cabeza, pero quien estaba siendo buscado desde hacía varias horas por la perpetración de un robo con intimidación encañonó a la fuerza interviniente. Los funcionarios, pese a suponer que estaban interactuando con un requisitoriado armado, acreditaron prudencia a raudales aun tratándose de una intervención “made in USA”, llevada a cabo en Gainesville (Florida, EEUU).
Incluso aquí en España, donde nos la cogemos con papel de fumar y diariamente nos embadurnamos en complejos, para poder justificar las mil y una leyendas urbanas de ayer y hoy con las que nos retroalimentamos, la mayoría hubiésemos visto racional el encañonamiento preventivo del sospechoso. Solo una cabeza hueca podría poner peros a esta medida de seguridad frente a este supuesto.
Sea como fuera, estos policías supieron y pudieron reaccionar adecuadamente y a tiempo al verse claramente expuestos al plomo. No sé si merece la pena volver a destacar que la mentalización es muy importante, como tampoco sé si de nuevo debo señalar que ambos uniformados respondieron con sus pistolas sin necesidad de alimentarlas después de desenfundarlas. O sea que sí, que tenían claro que si les brindaban la ocasión iban a disparar contra quien pusiese en riesgo inminente sus integridades físicas.
Pero no solo eso, también habían preparado su equipo, de ahí que sendas pistolas fuesen portadas y echas sonar en condición dos de porte: con la recámara alimentada y con los mecanismos de disparo en posición de reposo.
Digamos NO a las manipulaciones del arma en el peor momento. Manipulaciones, todo hay que decirlo, poco o nada entrenadas en condiciones cercanas a la estresante realidad de la calle. Movimientos manuales fácilmente olvidables en tan cruciales instantes, como la ciencia empírica se empecina en demostrar cada dos por tres. Tenemos que saber, y en su caso no olvidar, que ante eventos sorpresivos de esta magnitud emocional cualquiera puede deteriorarse cognitivamente, hasta puntos inimaginables. No todo lo que te sale en la galería de tiro tiene porqué salirte exactamente igual en el fragor de un “a vida o muerte”. Las variantes son muchas, impredecibles y no siempre controlables. Pero sin lugar a dudas el número y la calidad de los entrenamientos, las repeticiones, son directamente proporcionales a las posibilidades de éxito en el momento de la verdad.
Pero no todo salió bien al 100% como en las teleseries, aunque sí lo principal. Y es que de un total de 11 o 12 tiros que pegaron los policías, solamente 3 dieron en el blanco. En el vídeo se ven pequeñas nubecillas delatoras de proyectiles impactados contra el piso y la pared. Lo que ahora mismo no se puede saber es, al menos yo no lo sé porque únicamente me limitó a comentar aquello que observo en la grabación, si estas balas eran de las 8 o 9 que no alcanzaron al atracador, o si eran proyectiles que sobrepenetraron el cuerpo del delincuente.
Ahora bien, aunque los agentes muy probablemente emplearon cartuchos de punta expansiva, tiendo a pensar que huecos, hay que puntualizar que éstos también pueden atravesar la masa corporal humana, cuestión que depende de innumerables factores no siempre controlables por los actores, como por ejemplo el volumen de la zona anatómica afectada. En cualquier caso, una punta expansiva excesivamente perforante podría transferir tal cantidad de energía al impactar y cruzar los tejidos, que incluso aunque alcanzara a un tercero ajeno al incidente podría hacerlo ya con menos capacidad lesiva. Enarbolemos la pancarta del NO a la cartuchería blindada, semiblindada y de plomo para uso policial, porque esta munición seguro que en la infinita mayoría de las ocasiones sí que no se va a detener dentro del lesionado y además, y esto sí que genera riesgos y no pocos heridos todos los años, podría matar a personas que estuviesen muy alejadas de la escena principal del encuentro armado.
Significar que los policías fueron judicialmente exonerados y que el herido sobrevivió. Por último, y como ya he sostenido en más de una ocasión: es falso que en España los policías tengan que dejarse agujerear el pellejo. Es mentira que tengan obligación de sangrar antes de repeler una agresión que racionalmente sólo pueda ser depuesta mediante el uso de la fuerza mayor. Es repugnantemente incierto que tengan que huir para evitar cumplir las obligaciones impuestas por el ordenamiento jurídico, por desagradables que éstas puedan llegar a ser. Todo eso no son más que algunas de las fecundas falacias tantas veces regadas por la saliva de demasiados docentes ñoños y desconocedores del oficio y de la verdad.
Lo que sí ocurre es que deseamos tener un libro más claro, menos ambiguo. Pero lo que no queremos bajo ningún concepto es estudiar para logar comprender lo más posible las ambigüedades. Atención: las condenas previas ejecutadas por los medios de comunicación no tienen porqué finalizar en resoluciones judiciales condenatorias, que al fin y al cabo son las que ciertamente nos interesan y tienen valor legal. De hecho es así, los policías suelen salir penalmente airosos de sus lides con la Justicia, cuando se dirime si fue o no necesario usar las armas de fuego. Otra cosa es que la respuesta policial sea manifiestamente injustificable.
Nos dejamos acojonar por los titulares de prensa y le tenemos jindama a las lenguas y a los dedos acusadores de nuestros propios compañeros, obedeciendo todo siempre a lo mismo, a la vagancia intelectual aderezada del factor humano, a los odios y las envidias personales, y a los intereses políticos y/o sindicales, si acaso no son la misma leche.
* Vídeo completo:
5s Comentarios
Enrique
Sabían que iba armado así que tomaron sus precauciones y respondieron en consecuencia cuando el presunto les apuntó con su arma. En las noticias que he podido encontrar (la original, y más reciente, del vídeo de este artículo http://www.news4jax.com/news/alachua-co-releases-video-of-suspect-shooting/34706756 y esta otra de por aquel entonces http://www.gainesville.com/article/20150512/ARTICLES/150519912) dicen que todo empezó a las 1504 cuando se recibió aviso en el 911 de un robo a mano armada en la oficina de correos. Sabían que el tipo se fue en bici y tenían una descripción.
La noticia no incluye el vídeo completo, pero se puede ver en youtube: https://youtu.be/R_QHFc7cv1I
Por lo que parece la policía de Gainesville pidió el apoyo de la unidad canina (K-9) de Alachua County Sheriff Office (ASO), que son los que se ven el vídeo, porque ellos no tenían perros disponibles en el zona. Era martes, día de adiestramiento de la unidad canina de ASO y estaban por la zona cuando se encontraron con el presunto que coincidía con la descripción e iba en bici. Es curioso que en el vídeo que se acompaña con el artículo el analista Gil Smith explica que no utilizaron los perros porque no iban a mandarlos a un suicidio sabiendo que el presunto iba armado.
No sé qué pistola utilizan los miembros de ASO, pero posiblemente sea o Glock o SW MP, las dos más extendidas en las policías de EE.UU., así que entonces las armas irían en condición 1, es decir, con cartucho en recámara y el seguro de aleta activado (si es que existe, según modelo; no en Glock pero si en algunos modelos de SW MP), que es la práctica habitual allí por cualquiera y es lo que les enseñan.
En una de las noticias que he podido encontrar dicen que fueron 12 disparos los realizados por los miembros de la unidad canina de ASO, pero no dice cuántos impactaron en el agresor. Si fueron 3 pues hay 9 disparos (suponiendo que fueran 12 los realizados) por los que preocuparse antes de si alguno de esos 3 que impactan sobre el presunto sobrepenetran o no y pueden alcanzar a alguien. Más daños pueden causar los 9 que directamente no impactan sobre el presunto. Por fortuna no parece que haya resultado nadie herido salvo el presunto.
Total, que bien hecho está lo que bien acaba para los buenos.
UN LECTOR
Yo lo único que pediría a todo policía español es que recuerden que (además de ser funcionarios) han estado en una academia y que han sido instruidos para someterse a alta presión. Así como a ningún soldado de ejército se le ocurriría abrir fuego antes de recibir la orden, la policía, le guste o no, está obligado a resistir presión.
Y no estoy cuestionando a los diferentes cuerpos de policía, todo lo contrario, estoy tratando de excluir a los, desgraciadamente cada vez más numerosos, “policías” que creen que la vida es como la muestran las series policíacas yanquis. No, ser policía conlleva satisfacciones sí, pero momentos realmente duros también.
Ernesto Pérez
Estimado lector: estoy de acuerdo con usted, la vida de un policía nada tiene que ver con lo que la televisión nos muestra en las películas. Pero además de ser así por todo un motón de cosas, también lo es por algo que usted supone y que no es cierto: los policías no somos entrenados como usted cree que somos entrenados. Si le han contado eso, lo han engañado. Pienso que no necesariamente le han podido mentir por interés, sino que quien le haya podido contar que estamos adiestrados para someternos a presiones altas (estrés) no sabe que no sabe. No sabe lo que dice.
UN LECTOR
Pues tiene Ud. razón, así es como se me explicó: que literalmente hay apartados de la formación dirigidos a formar al futuro policía desde la perspectiva psicológica. Formación encaminada a lo que decía en mi comentario. Además recuerdo que utilizó la comparativa con el ejército; por eso mismo tengo el recuerdo fresco de lo que me relato. Si Ud. dice que no es así, no tengo interés en poner en solfa su versión. Dios me libre. Y, como se dice en Valladolid, tampoco “se me van a caer los palos del sombrajo” al enterarme que, desgraciadamente, aún es posible mejorar mucho la calidad de la formación que reciben los futuros agentes. Tampoco diré que no me entristece la visión que Ud. relata, pero, supongo que es como todo en la vida: mucho de lo que reluce no es oro.
Gracias por su respuesta y hasta otra ocasión.
Ernesto Pérez
Gracias por su respuesta, Lector.
Esto es como si la Dirección General de Tráfico nos dice que la formación en las autoescuelas es altísima en lo tocante a las prácticas, de cara a que no se produzcan accidentes. O sea que todos los conductores obtenemos el permiso de conducción, que no el carné de conducir, con práctica y experiencia bastante como para eludir todo tipo de situaciones adversas al volante, o para llegado el caso dominar las ruedas ante «aquaplanings”. Todos sabemos que eso es falso.
Mucha mentira, Lector, mucho rollo. ¿Hizo la mili? Pues suponga que alguien opine que porque durante el servicio militar disparó 20 o 30 cartuchos, o incluso 100, ya está preparado para ir a la guerra. Miles de tíos se lo han creído.
Pues esto es lo mismo, solo que hay policías que se pegan lustros sin pegar ni un solo tiro. Y ojo, tirar mucho no es lo que parte el bacalao en esto, pero ayuda. La cosa tiene un trasfondo mayor, donde no necesariamente el mayor número de disparos en la galería garantiza el éxito durante un tiroteo. La cuestión está en cómo se dirigen las prácticas de tiro y bajo qué filosofía.
Un saludo.