EL TIRO DE CADERA: LA REACCIÓN Y DEFENSA EN PRIMERA PERSONA

Hay una técnica de tiro reactivo, sencilla, natural, instintiva y rápida, muy rápida, la más veloz sin duda. Hablamos del tiro de cadera. A mí esta técnica me agrada mucho, motivo por el que la practico y enseño. No es que se haya inventado ahora, ni de lejos. Más bien todo lo contrario, pues esta técnica empezó a usarse de manera instintiva en los tiempos en los que aparecieron los primeros revólveres y sus trabajadas fundas de piel.

Por aquel entonces, poco se sabía de técnicas o posiciones de tiro, balística, psicología del enfrentamiento, ni nada parecido. Vaya, que no tenían ni por asomo los conocimientos que se tienen en la actualidad sobre la materia; pero ni falta que les hacía: lo importante era ser el más rápido desenfundando y disparando, amén de tener el necesario acierto para impactar sobre el contrario. Así pues, la mayoría eran pistoleros con mucho arrojo y aplomo. La idea fundamental del tiro por aquel entonces no dista en absoluto de la idea actual, que es la de “sobrevivir al enfrentamiento”. Y para eso, tenías que ser el más rápido.

En aquellos lejanos tiempos no había escuelas ni academias de tiro, por lo que la técnica se aprendía a base de una constante: practicar de manera repetitiva el desenfunde (trabajo en seco), para posteriormente parar el arma a la altura de la cadera y disparar.

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Técnica Frontier de tiro a una mano

El uso, tenencia y porte de las armas de fuego se extendió de manera prolífica en la gran colonización de América, donde arraigó en su cultura y manera de vivir. En esa época surgieron los primeros Sheriff y Marshall, los cuales portaban en el cinto su revólver Colt, ya fuera un Colt Single Action Army, el Peacemaker, o el Colt Python. Las primeras referencias de una técnica de tiro propiamente dicha que se tienen pertenecen a la técnica “Frontier”. En esta técnica el tirador adelantaba la mano que empuñaba el revólver hacia adelante, colocándola delante de la cintura del tirador a la altura de la cadera. Esta técnica se utilizaba para distancias cortas o medias, en disparos a no más de 7 metros.

Más tarde, allá por la segunda década del siglo pasado, fue el Capitán Wiliam E. Fairbairn, quien, después de ver sus ventajas, adoptó esta técnica de tiro, la enseñó y la prodigó entre sus agentes de la Policía Municipal de Shanghái, una de las ciudades más duras de aquella época, donde los enfrentamientos armados estaban a la orden del día.

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Capitán Wiliam. E. Fairbairn, principal impulsor de la técnica de tiro policial

capitan_william_fairbairnDespués de estudiar en primera persona más de 600 enfrentamientos armados, ver los fatídicos errores que se cometían en ellos, Fairbairn se decantó por aprovecharse de las ventajas que suponía introducir en sus enseñanzas y métodos la técnica de tiro de cadera, la cual, bien aplicada, resulta una técnica sencilla, natural y por supuesto muy rápida.

Desde ese momento, el tiro de cadera pasó a formar parte imprescindible en la formación de las más importantes y prestigiosas academias de policías, como por ejemplo la academia de Policía de Nueva York. Fairbairn no es el único que utilizó esta técnica de tiro, también los indios Yaqui, de ahí que uno de sus nombres fuera tiro de cadera Yaqui”; y también formaba parte del plan de formación del F.B.I. Raimon Sasia también fue uno de los grandes que difundió esta manera de disparar.

Esta técnica de tiro, como os comentaba al principio, es una técnica de reacción, de encuentro, y rapidísima. Explicando un poco mis propias palabras, cuando digo “de encuentro” y “de reacción”, me refiero a que esta técnica se suele utilizar cuando te encuentras por sorpresa ante un ataque inesperado y reaccionas rápidamente a una mano. Sería el caso por ejemplo cuando en la identificación de un sujeto (que se suele realizar a una distancia muy próxima), éste extrae o nos agrede con un arma. Esta es una intervención armada de esas en la que la premura por desenfundar el arma es fundamental: cuanto más rápido se extraiga y efectuemos los disparos necesarios para repeler la acción, mejor. En una situación de esta índole cuanto menos tiempo se emplee en reaccionar, más ventajosa y beneficiosa será la situación para nosotros.

El tiro de cadera es además una técnica natural, sencilla, intuitiva y muy versátil:

Natural, porque no hay que realizar movimientos extraños ni preparados; tan solo hay que extraer el arma de la funda hacia arriba, elevar el cañón por encima de la funda del arma y dirigirlo hacia el agresor. La distancia que recorre el arma desde la funda hasta su posición de disparo es muy escasa, por lo que es muy apropiada para distancias extremadamente cortas, aunque también se puede utilizar para distancias un poco más largas. En este caso, solo hay que desplazar la mano que empuña hacia delante.

Sencilla e intuitiva, porque se realiza de manera inconsciente o instintiva. En este sentido, es una técnica fácil de asimilar, muy simple, pero a su vez muy eficaz. En una situación de estrés, producida por una intervención armada a corta distancia, o incluso estando en el suelo, repeler la agresión resulta fácil con esta técnica.

– Además, la formidable versatilidad que presenta esta técnica facilita que se pueda utilizar en distancias extremadamente cortas (técnicas C.Q.C), o como primer paso o antesala para poder adoptar o transicionar a otras técnicas de tiro como la de hombro, estoque, o técnicas de tiro a dos manos, como por ejemplo la isósceles moderna; o simplemente para iniciar un desplazamiento, ya sea en un tiro de cobertura, de aproximación, etc.

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Secuencia natural de la técnica de tiro de cadera

Pero, ¿cómo se adopta esta posición?
Pues bien, esto es algo muy sencillo, ya que generalmente el cuerpo del tirador se encuentra enfrentado hacia su agresor; así, al mismo tiempo que se desenfunda el arma, el cuerpo se contrae o repliega, reduciendo silueta en una reacción natural del cuerpo humano ante un peligro, ofreciendo de esa manera menos blanco al agresor. La cabeza se encoge sobre los hombros, y dependiendo de la distancia del encuentro, el arma se puede colocar desde pegada a la cadera, hasta a unos centímetros por delante de ella.

En la vida cotidiana de un policía, las intervenciones que se realizan con las personas con las que interactuamos a diario se suelen desarrollar a menos de 1 metro o metro y medio de distancia, siendo generoso, porque normalmente tenemos la mala e insana costumbre de minimizar la distancia de seguridad por eso del “exceso de confianza y la rutina diaria, donde nunca ocurre nada”, en detrimento de nuestra seguridad, con lo que aumentamos los tiempos y las posibilidades de reacción.

No se trata de vivir en un estado permanente de estrés, agobio, o psicosis laboral, pensando que podemos sufrir una agresión del tipo que sea en cada esquina que doblemos o intervención a la que acudamos. Ni tampoco es cuestión de pensar que todo el mundo es malo y nos quiere hacer daño. No se trata de eso, y de ningún modo hemos de caer en ese pozo de desesperanza… pero sí hemos de estar en un estado de vigía, observación, o de alerta para poder localizar una posible amenaza.

Volviendo a lo que comentaba del tiro de cadera, no voy a entrar a valorar de manera positiva o negativa los eternos entresijos, pros y contras, de portar o no cartucho en recámara (ya hay bastantes enfrentamientos dialécticos entre los que son detractores del cartucho en recámara y los que no), sólo digo que hay que ser consecuente con esa decisión, que al final es eso, una decisión muy personal.

Particularmente pienso que, ante una situación en la que se produzca un enfrentamiento armado, si llevo el arma alimentada con un cartucho en la recámara, aunque sea en doble acción y en una funda de seguridad, en una desafortunada refriega armada solo tendré que desenfundar y disparar… si es que puedo. Además, esto me permitirá iniciar una pronta reacción al ataque.

Sin embargo, por el contrario, si no porto el arma alimentada con cartucho en recámara, cuando la extraiga tan solo unos centímetros por encima de la funda, con la otra mano tendré que montarla, y esa mano la colocaré de manera transversal a lo largo de mi cuerpo. Esa mano me servirá a modo de escudo para proteger algunos de los órganos vitales de mi cuerpo, o la podré utilizar para quitarme a mi agresor de encima, aumentando la distancia entre nosotros, por lo que el tiro de cadera sigue siendo una técnica de tiro rápida en ambas condiciones de porte del arma.

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