En 2010 tuve el honor de colaborar en un proyecto policial pionero en España. Aquello acabó siendo una magnifica realidad: un estudio técnico-científico sobre el comportamiento y la respuesta de los policías ante situaciones extremas de estrés por un enfrentamiento armado. Los resultados del estudio se plasmaron en un dossier denominado “1/11: Reacción ante el peligro”. El trabajo se dio a conocer al público en 2011, recorriendo cibernéticamente todo el país. Acabó en manos de científicos, juristas, políticos, jefes y mandos de la Policía, periodistas, instructores de tiro, estudiantes de Criminología, criminólogos y agentes de seguridad en general.
Lo pionero de este trabajo radicaba en su carácter público en cuanto a su difusión. Porque otros estudios similares, por supuesto mucho menos profundos, serios y comprometidos, acabaron siendo enterrados tras descubrirse las conclusiones finales y definitivas. Porque sepan una cosa: pública y oficialmente nunca se dice la verdad de cuanto ocurre en la mente de un policía, cuando se ve ante una situación de vida o muerte. El ocultismo, la ignorancia y la mentira rigen de boca para afuera y de galería de tiro para adentro. Parece que a los poderes públicos no les interesa este tema. Abundan el desinterés y el despropósito. Qué asco de ignominia profesional.
Contactó conmigo, a fin de requerir mi participación en el trabajo, el subinspector del Cuerpo Nacional de Policía Daniel García Alonso. Daniel es, además de director del dossier, el presidente de la Asociación Profesional de Policías (Asopol). También es diplomado en Experto en Seguridad Ciudadana, Investigación y Prevención de la Criminalidad, por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Debió gustarle mi quehacer en aquello, porque poco tiempo después volví a colaborar con Asopol en otro estudio.
Aquel primer trabajo fue sometido a revisión y ampliación, convirtiéndose nuevamente la Red en la vía principal de participación universal de la segunda edición del “1/11”. Volvió a ser reeditado en 2012. Muchos detalles fueron revisados y aumentados, destacando dos: la inclusión de una sentencia del Tribunal Supremo, la STS 6011/1994 (empleada como ejemplo en varios artículos con mi firma); y la carta del doctor Carlos Belmonte Martínez, quien con su epístola avala todos los extremos que el informe contiene y expone profusamente.
Belmonte confirma que al ser humano no se le puede exigir actuar y reaccionar de determinados modos, en determinadas circunstancias de estrés profundo. Menos aún durante el curso de eventos que ponen en riesgo la supervivencia vital o, en su defecto, de tal modo lo interpreta el cerebro, aunque en realidad no sea para tanto. Ergo, a los policías tampoco se les pueden pedir reacciones neuro-psico-fisiológicas antinaturales: debajo del uniforme siempre habita un Homo sapiens.
Carlos Belmonte es el director del Instituto de Neurociencias de Alicante, así como catedrático de Fisiología en la Facultad de Medicina de la misma ciudad. Nació en 1943 y es, probablemente, la persona que más ha influido en el desarrollo de la segunda época dorada de la neurociencia española. Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, ha dedicando toda su vida a la docencia y a la investigación, educando y creando las condiciones idóneas para desarrollar una investigación de vanguardia, labor que le ha reportado múltiples honores y premios nacionales e internacionales. En 2009, su trayectoria y constante compromiso con el saber fueron reconocidos con el Premio Nacional de Medicina, además de ser nombrado presidente de la Organización Internacional de Investigación sobre el Cerebro. Es también, ahí es nada, Premio de Investigación Rey Jaime I (1992).
Apreciados lectores, seguidamente podrán leer la carta que el profesor remitió a García Alonso cuando éste, a su vez, le rogó la lectura y crítica sincera del informe “1/11: Reacción ante el peligro”. Qué dirán ahora los bocachanclas y vendehúmos de toda la vida, después de llevar años vilipendiándonos a quienes creemos en estas teorías científicas, teorías en las que, por otra parte y obviamente, basamos la formación que impartimos.
Carta que se cita:
Estimado amigo,
Muchas gracias por su carta y el informe, que he leído con mucho interés. Está muy bien hecho y creo que todos sus contenidos son correctos. En estos últimos años se ha avanzado mucho en el conocimiento de los mecanismos cerebrales que sustentan todas las reacciones que el informe describe, por lo que este podría actualizarse en algunos aspectos mecanísticos sobre cómo ocurren las cosas en el cerebro, pero eso no cambiaría las conclusiones que se derivan del mismo y que son muy válidas, en relación a los condicionantes no racionales que determinan la conducta humana en situaciones de emergencia. Sin duda, el entrenamiento puede preparar para que alguna de esas respuestas automáticas sean más eficientes, pero difícilmente puede conseguir que pasen a ser resultado de un proceso de evaluación consciente.
Los milisegundos que transcurren entre la reacción automática y el análisis consciente, muy posiblemente son los que determinan en muchos casos que el resultado sea la supervivencia o la muerte; y la naturaleza nos ha dotado con el sistema más eficiente posible para supervivir. Por otro lado, es importante señalar que las decisiones resultantes de una evaluación racional las tomamos en realidad a nivel no consciente. Lo que hacen nuestros mecanismos cerebrales de conciencia es construir, a posteriori, una explicación a la decisión adoptada. Lo único que echo en falta en su informe es un capítulo breve dedicado al estrés postraumático.
Ese es un trastorno que ha adquirido mucha actualidad, por aparecer tras una experiencia traumática en los soldados de las guerras de Iraq y Afganistán, especialmente los que iban en carros de combate que fueron volados con explosivos. Desgraciadamente, esa es una vivencia que también han padecido muchos policías y guardias civiles españoles, aunque aquí no se le haya dado la importancia que merece.
De su carta, se me ocurren algunas ideas que pueden serle útiles:
1. Comentar con los responsables de la formación de los policías la conveniencia de que neurocientíficos expertos les den algunas conferencias, sobre los mecanismos cerebrales en las situaciones de emergencia que comenta el informe.
2. Recurrir a este tipo de expertos en juicios como los del ejemplo final que relata, pues estoy seguro de que los jueces van a ser sensibles a una explicación científica del modo natural de reaccionar de un agente en situación de emergencia.
3. Tratar de hacer llegar todo esto a la opinión pública. El programa del otro día de Eduardo Punset, sin duda ha contribuido a ello, pero habría que hacer cosas así desde ángulos distintos y de modo repetido.
Estoy pasando tres meses en Estados Unidos, haciendo investigación.
Un saludo afectuoso,
Carlos Belmonte.
En este enlace se puede descargar el informe 1/11 al completo: http://www.bubok.es/libros/210643/Estudio-sobre-la-reaccion-del-policia-ante-el-peligro-y-los-enfrentamientos-armados
3s Comentarios
Ignacio FE
Me he leído el estudio y solo puedo decir: ¡olé! ¡olé! y ¡olé!
Si señor, esto abre los ojos de quienes estén dispuestos a abrirlos. Debería ser formación obligatoria tanto en las diferentes academias policiales como en la formación del tiro, así como para legisladores, jurístas,…
Sueño con el día que un instructor de verdad enseñe tiro policial.
Muchas gracias por haberme descubierto este estudio, es interesantísimo como nos condiciona nuestro cerebro.
Ricardo Martinez
Muy acertada la revelacion de principios cientificos que respaldan la reaccion ante un condicionamiento construido en el entrenamiento y la práctica constante pero hay una base biologica que nos mueve al actuar esos hilos que nos mueven cual marioneta son objeto de la descarga de adrenalina alli actua el animal humano un principio no racional escondido en lo profundo de nuestro instinto enhorabuena gracias y adelante.
Dex
No hay más ciego que el que no quiere ver.