En la Comunidad Valenciana han condenado a 14 años de prisión a un hombre que, en 2012, mató a otro varón con una escopeta de caza (2 tiros a bocajarro: pecho y abdomen). La víctima, que era yerno del homicida, estaba en su domicilio cuando el otro llamó a la puerta: el escopetero abrió fuego tan pronto lo vio asomar. Motivo: el miedo obsesivo a que su yerno pudiera llevar a cabo, en el futuro, ciertas amenazas contra la hija del ya reo.
Pues bien, amigos lectores, os ruego que no sigáis mandándome esta noticia y poniendo el grito en el Cielo porque hayan metido en el talego al zumbado que apretó el gatillo. El que crea que esto fue racional y proporcionado, en aplicación de la legítima defensa, como alguno ya me ha comentado, no solo no tiene ni puta idea de nada, sino que, además, posee una mente criminal. No quiero amigos o lectores asesinos. Me gusta tener cerca a personas serias, coherentes, sensatas, equilibradas y, principalmente, legales; sepan más o sepan menos sobre estas materias, que para eso estamos todos rondando por aquí, para aprender (yo también). Defendamos lo defendible. Defendámonos de lo que hay que defenderse. Pero hagámoslo sabiendo hacerlo. Hagámoslo siempre con la ley en la mano, aunque en la otra llevemos la pistola.
No confundamos la velocidad con el tocino. Seamos serios, ¡por favor!, que una cosa es lo que nos gustaría hacer y otra cosa muy diferente es lo que podemos hacer con ajuste a derecho. Flaco favor se le hace a los que obran bien fusco en mano y a tiro limpio, si ello se equipara con lo del sentenciado este.