Siempre he achacado la falta de interés y el abandono de las prácticas de tiro policial a la Administración. Y así lo he hecho patente en la mayoría de mis artículos… pero he de decir que, muy a pesar mío, veo una falta de motivación, de ganas, desidia, dejadez, incuria, e inapetencia en algunos de aquellos que tienen que recibir la formación o la práctica de tiro. Y eso me duele, de verdad que me duele.
Veo la poca implicación que hay por parte de algunos funcionarios policiales, quienes rehúsan con escusas baratas realizar las prácticas obligatorias de tiro. ¡Y qué decir de la formación en esta materia, que encima es voluntaria! No hablo de un cuerpo específico, hablo del colectivo policial en general. Yo, precisamente de los compañeros que me rodean no tengo queja alguna, todo lo contrario, pues mayormente se implican en los ejercicios, las prácticas y la formación.
Me refiero sobre todo a ese grupo de difamadores que señalan con desprecio a aquellos que se forman en estas lides, a esos que señalan con el dedo acusador a aquellos policías que desafortunadamente han tenido una intervención armada, a esos que se esconden detrás de escusas incomibles y grandilocuentes que derraman a diestro y siniestro cual vertido incontrolado de fuel en alta mar sobre los enfrentamientos armados… me refiero a esos que dilucidan a boca de plomo de cómo una situación armada se debe resolver con sólo 3 disparos; me refiero a esos que son incapaces de reconocer que el arma de fuego es una herramienta de trabajo más, que es parte de la dotación de un policía. Y me refiero también a esos que piensan que para qué van a aprender nada o practicar el tiro si más vale no sacar la pistola de su funda.
Me refiero a esos que no son capaces de limpiar el arma porque no saben cómo se desmonta, ya que nunca se han preocupado en saberlo; me refiero a esos que no son capaces de pedir ayuda a otro compañero para aprender a desmontarla, a esos a los que se les llena la boca con frases pestilentes sobre quienes portan cartucho en recámara… me refiero a esos que derrochan reproches sobre los que se instruyen y forman en el tiro policial, a esos que por el simple hecho de no acertar en la silueta deciden que el tiro es una mierda en vez de intentar superarse y pedir ayuda.
También me refiero a esos que no llevan un segundo cargador porque piensan que no es necesario, a esos que critican, e incluso dilapidan, a los instructores de tiro que intentan, con más o menos acierto, impartir conocimientos sobre la materia; me refiero a esos que se burlan de aquellos que en un momento dado la intervención se complica y extraen el arma de la funda de manera preventiva; me refiero a esos grupos de chismosos que se atreven a enjuiciar a los demás compañeros por que portan un tercer cargador o incluso una caja de munición en la bolsa de trabajo…
Como veis, son tantos a los que referirse que me entristezco solo de pensarlo. No siempre la culpa es suya, pues en ocasiones la culpa es del instructor o aquel que se erige como tal, que es quien repite y repite de manera machacona los ejercicios de tiro estático de precisión con posiciones históricas que le enseñaron antaño en la academia allá por el año 1700 A.C.
Ahora me refiero a esos instructores que no se atreven a realizar ejercicios de tiro dinámicos por no darle un voto de confianza a los compañeros a la hora de su ejecución, o por miedo propio; me refiero a aquellos que solo quieren solventar la papeleta del tiro para justificar su asistencia, a aquellos que piensan que el tiro o el trabajo en seco no sirve de nada, me refiero a aquellos instructores que no intentan motivar a los tiradores. Hay tantas cosas a las que referirse que me da ardor solo pensarlo.
Está claro que no todos somos iguales, y que no todos aceptan la información de la misma manera. Pero he de reconocer que parte de la culpa es de aquellos instructores que no saben, o no pueden, llegar a mentalizar o motivar al alumno, al tirador, al compañero, al policía. Sé que es una tarea ardua, difícil y a veces casi imposible de alcanzar, pero creo que la clave es la motivación a través de la mentalización. Y sí, los hay muy obtusos que no les entra en la cabeza, por mucho que se lo digan, que cualquier mal día uno se puede ver involucrado en una situación desagradable que nadie busca y tener que usar el arma…
Dejémonos pues de pensamientos chorras, aceptemos la realidad y acabemos con la lacra mental que nos persigue desde hace tantos años. Seamos capaces de afrontar la realidad tal y como es. Mentalizarnos adecuadamente es de los más importante a la hora de encarrilar cualquier actividad, y un tanto por cien muy elevado del éxito a la hora de practicarla. En aras a esa mentalización tendremos más posibilidades de salir airosos de un enfrentamiento armado.
3s Comentarios
Joaquin
joaquinyluisa85@gmail.com
Joaquin
Magnifico artículo .
David B.V
amen