Estos párrafos deberían formar parte de alguno de los muchos artículos que he dedicado al ya manido asunto de la legalidad e idoneidad de las puntas huecas. Primero quiero corregir algo que he venido sosteniendo en varios textos. Una mala traducción del inglés que me condujo a un error. La Cruz Roja Internacional (CRI), en El derecho internacional humanitario consuetudinario, volumen 1, regla 77, no es que expresamente aconseje el empleo policial de cartuchos expansivos (huecos) en zonas urbanas, sino que en el citado documento hace referencia a que algunos países han promulgado normas jurídicas propias al respecto. Esto es lo que textualmente recoge la referida publicación, ya traducida al español:
(…) varios Estados han decidido que, por lo que concierne a la aplicación de la ley a nivel nacional, fuera de los conflictos armados, en especial cuando es necesario enfrentarse a una persona armada en un entorno urbano o entre una muchedumbre, las balas expansivas pueden ser empleadas por la Policía con el fin de que los proyectiles no atraviesen el cuerpo del sospechoso y alcancen a otra persona, así como para asegurarse de que, después de ser alcanzado, el sospechoso no pueda disparar a su vez. (Fuente: https://www.icrc.org/spa/assets/files/other/icrc_003_pcustom.pdf).
Pero incluso sin que la CRI (Cruz Roja Internacional) sea quien abiertamente defienda la tesis literalmente expresada en el párrafo anterior, este instructor interpreta y avalúa las líneas precedentes como de gran valor. A tenor de lo reseñado en El derecho internacional humanitario consuetudinario, ciertamente no podemos afirmar que la organización auspiciada por Henry Dunant avala la utilización de puntas huecas por parte de la Policía. Pero sí que se puede entender como un preaval el hecho de que no se manifieste en contra, al presentar las virtudes que algunos países han sabido ensalzar. Tema aclarado.
Munición policial en Portugal
Tirando de amigos, y siguiendo el consejo de otro, he llegado hasta compañeros allende los mares y las fronteras terrestres. El motivo: ¿qué se cuece al respecto en los países de nuestro entorno? Así es como he descubierto que en Portugal la Ley 5/2006 de Régimen Jurídico de Armas y Municiones, de 23 de febrero, prohíbe el uso civil de las puntas huecas, no aplicándose la restricción a las fuerzas de seguridad pública (como aquí). Los lusos, como buenos ibéricos, dotan de cartuchería blindada a los integrantes de los cuerpos más nutridos de personal (como aquí). Pero no nos engañemos, las puntas semiblindadas, masivamente empleadas en España, se comportan igual de mal que las blindadas: sobrepenetran y apadrinan lesiones colaterales. Estos cuerpos portugueses son la Policía de Seguridad Pública y la Guardia Nacional Republicana, lo que a nosotros sería, respectivamente, el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil.
Pero atención, que esto también es muy nuestro: a los cuerpos o unidades menos dotadas de recursos humanos, que a la vez son las de menor presencia en las calles, les asignan cartuchos de punta expansiva. Aquí también lo hacemos. Nosotros entregamos esta munición a los componentes de las unidades de asalto más punteras, integradas únicamente por varios centenares de agentes. Sin embargo a los funcionarios convencionales de todas las fuerzas de seguridad, que son la inmensísima mayoría de los existentes en total (más de doscientos mil), les asignamos cartuchos blindados y semiblindados, a veces también de plomo (algunos cuerpos locales). Que me lo expliquen. ¿Por qué a unos se les dota de balas que minimizan los riesgos de herir a terceras personas por exceso de penetración y a otros no, cuando los discriminados son quienes por lógica y estadística sufren más encuentros a tiro limpio? Ojo, esto lo canta la ciencia empírica.
Mi indirecto y eventual colaborador lusitano no se mostró parco en palabras. Según él, la Policía Judicial, cuerpo independiente que no viste uniforme y cuya misión es la investigación criminal, emplea puntas huecas de diversas marcas en los calibres 7.65mm (.32 ACP), 9 Corto (.380 Auto), 9mm Parabellum, .38 Especial y .357 Magnum, siendo el proyectil Silver Tip de Winchester uno de los más habitualmente utilizados. Dado que con autorización de la superioridad corporativa se pueden adquirir y emplear otros cartuchos, mi interlocutor manifiesta que para trabajar porta Corbon + P (made in USA, al igual que el anteriormente referido) en sustitución de los blindados reglamentarios que recibe en su estamento uniformado.
¿Y qué usan en Alemania?
En Alemania, país vanguardista en el uso de nuevas tecnologías de todo orden civil y militar, amén de cabeza industrial, económica, social, resilicente y casi filosófica del viejo continente, nadie se rasga las vestiduras por el hecho de que los usuarios de armas cortas puedan consumir proyectiles expansivos. A nivel policial europeo los teutones son, posiblemente, pioneros en este sentido. Si bien cada uno de sus dieciséis estados federales y tres ciudades-estado disfrutan de libertad para establecer qué cartuchos deben usar sus agentes de la ley, éstos emplean mayoritariamente los Action 4 suizos, fabricados por RUAG. La razón que esgrimen los asesores y responsables técnicos y políticos es ya conocida por todos: no suelen excederse en cuanto a penetración se refiere, lo que reduce las posibilidades de lesionar a personas inocentes ajenas a las intervenciones policiales llevadas a cabo en entornos urbanos. Aluden, también, la mayor transferencia de energía que proporcionan los proyectiles que se deforman al alcanzar los objetivos. En 2010 un estudiante de Ratisbona (Baviera), muy excitado y violento, recibió diez impactos de 9 Parabellum con punta blindada, pero aunque finalmente falleció costó mucho trabajo neutralizarlo. Esto dio pie al debate y posteriormente al cambio.
La situación arriba de los Pirineos
Regresamos a la península Ibérica. En Andorra la normativa policial interna no contempla otra opción que no sea la punta hueca o expansiva en cuanto al empleo de cartuchos de 9 Parabellum. Saben lo que hacen: se han inclinado por el mismo producto que masivamente consumen los agentes germanos. Esto no es una lección de geografía, pero continuando el viaje a través de los Pirineos llegamos a Francia. ¿Cómo respirarán los galos en estas lides? ¿Se andarán con remilgos, complejos y prejuicios en cuanto al uso de las puntas huecas? Pues no, nada de eso, pasen y lean: en la Galia las puntas de la discordia hispana pueden ser adquiridas por todo tipo de usuarios, sean tiradores civiles deportivos, o profesionales de la seguridad. La legislación francesa sólo restringe el uso de los proyectiles explosivos, perforantes e incendiarios, los cuales únicamente pueden ser usados por las Fuerzas Armadas (Decreto 2011-795 del 30/06/2011).
Para las pistolas y los subfusiles del sempiterno y omnipresente 9 Parabellum, la Gendarmería Nacional y la Policía Nacional gala utilizan actualmente cartuchos norteamericanos Speer Gold Dot. Esta magnífica munición ha venido a sustituir a la alemana, y también expansiva, MEN QD-1, que durante años fue reglamentaria en ambas fuerzas del orden. En lo que concierne a los cuerpos municipales hay cierta diferencia con respecto a España: solamente un veinte por ciento de estas fuerzas emplea armas de fuego, decisión que queda a criterio de los alcaldes. Así las cosas, estos funcionarios usan exclusivamente revólveres del calibre .38 Especial, pudiendo emplear el tipo de munición que deseen, incluyendo naturalmente balas expansivas.
Con el moderno panorama que nos circunda, ¿a qué estamos esperando en España para abandonar la oscuridad? Salgamos hacia la luz de la sabiduría, aquella de la que Platón nos habla en La República (Libro VII). Hoy, más que nunca, la alegoría del mito de la caverna nos viene al pelo. Vivimos abrazados a mil complejos y trabajamos dominados por los prejuicios. Nos posee el ineficaz pero rentable pensamiento “buenista” de lo políticamente correcto. Una mentira muy gorda, vendida al público que la quiera comprar, en la que muchos se sienten cómodos y seguros por miedo a romper los eslabones que conducen al otro lado de la cueva. Llevando todo esto un poco más allá mientras juego a filosofar en mi sofá, invoco la cita del escritor neoyorquino Alvin Toffler, doctor en Letras, Leyes y Ciencias: «Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender».