Desde un punto de vista psicológico, los mecanismos por los que opera el aprendizaje humano son bien conocidos desde tiempos inmemoriales, y han sido objeto de numerosos estudios empíricos. Básicamente, el aprendizaje es un proceso de cambio relativamente permanente en el comportamiento de una persona, generado por la experiencia (Feldman, 2005). Durante el mismo, el cerebro sufre una serie de procesos cognitivos individuales mediante los cuales se asimilan e interiorizan nuevas informaciones (hechos, conceptos, procedimientos y valores), y se construyen nuevas representaciones mentales significativas y funcionales (conocimientos), que luego se pueden aplicar en situaciones diferentes a los contextos donde se aprendieron, o quizás bastante similares a éstos (por ejemplo, en combate).
Aprender no solo consiste en memorizar información, sino que es necesario asimismo conocer, comprender, aplicar (sobre todo los conocimientos previos), analizar, sintetizar y valorar. En todo caso, el aprendizaje siempre conlleva un cambio en la estructura física del cerebro, y a la vez, de su organización funcional.
Este planteamiento nos señala varios puntos interesantes, entre ellos uno para mí fundamental, y es el carácter progresivo de la enseñanza: cada escalón está basado en la experiencia y el conocimiento previo del alumno, de modo que si no ha superado un entrenamiento en las técnicas básicas, difícilmente será capaz de integrar y aplicar las avanzadas. Un niño debe aprender antes las letras que las palabras, debe sumar y restar antes que multiplicar o dividir. Esto es evidente y aceptable por la mayoría de las audiencias.
En todo caso, un Pedagogo profesional sabrá estructurar perfectamente el currículo escolar para que la curva de aprendizaje se desarrolle correctamente y se cumplan los objetivos. Lamentablemente, muy pocos de los “instructores” que encontramos en las canchas de tiro son “profesores”, y en la mayoría de los casos, desconocen el por qué, el cuándo y el cómo de cada fase de la acción formativa que aplican. Lo habitual es que se repitan los patrones que se observaron en la etapa de alumno.
Este importantísimo factor se suma a otro elemento no menos importante: la motivación del alumno. Y es que el interés del mismo influye enormemente en el resultado: tareas más o menos atractivas, de mayor o menor dificultad, que pueden incluir cierto nivel de riesgo, o el hecho de encontrarse ante una audiencia (sus compañeros), modifican el nivel de implicación del Policía/ Vigilante/ Escolta al que enseñamos a disparar.
Incluso la preferencia por ciertas materias puede hacer que el alumno llegue a faltar a ciertas sesiones formativas, para evitar la situación, o simplemente porque no le interesa en absoluto. Ya que el alumno no posee el conocimiento o apreciación adecuados de “qué” materias son las más importantes del curso, el resultado puede ser perder conocimientos BÁSICOS Y FUNDAMENTALES para el tirador.
A este respecto, comentaré que ayer mismo estuve leyendo un ejemplar recién adquirido de “The Gun Digest Book of Beretta Pistols”, de Massad Ayoob. En la introducción, Ayoob se lamenta precisamente de este hecho: sus obras están redactadas para ser leídas de principio a fin, no obstante muchos lectores van directamente a los artículos de interés, saltándose por ejemplo el capítulo dedicado a la seguridad. La solución ideada por este instructor es simplemente repetir los conceptos una y otra vez a lo largo del libro, de modo que tarde o temprano nos veamos obligados a leerlos. A este punto hemos llegado…
Esto provoca un grave dilema, no solo para el formador, sino también para el centro de enseñanza. Si es una entidad pública, la responsabilidad recaerá en el primero: si el alumno no lo “pasa bien” en el curso, perderá prestigio (ejemplo: si el instructor no monta un “show” durante el curso, o no aparece vestido de ninja táctico supermegaguay, al alumno no le parece lo bastante “bueno”).
Si el centro es privado, será aún peor, ya que la escuela ganará fama de “aburrida”, sus cursos serán criticados (la mayoría de las veces sin fundamento), y desembocaremos en la PROSTITUCIÓN formativa. En esta fase, el alumno “elige” los contenidos y “paga” por ellos, no regresando por allí si la formación recibida incumple sus irreales expectativas.
Internet se ha convertido en la espada de Damocles de muchos instructores y academias, y en la desvirtuación de muchos programas de enseñanza: quito de aquí (importante, pero no de interés), y agrego de allá (espectáculo inútil, pero muy popular). El alumno se va contento, la academia gana dinero, y… hasta la próxima edición.
Esta (reconozco) tediosa introducción, es, en mi opinión, el origen directo de las siguientes noticias, bastante comentadas en los foros especializados:
http://www.laopinion.es/sucesos/2011/08/17/disparo-policia-local-hiere-limpiadoras/363383.html
¿Por qué se siguen produciendo accidentes con las armas, incluso en personal con grandes credenciales, currículum, cursos en el extranjero, años de experiencia, etc? Pues muy sencillo, porque el ABC (o diría yo, el A) del tiro, es decir, la seguridad, no se enseña adecuadamente, no es del interés de los alumnos, o directamente ni siquiera figura en el temario, o se explica en clase (esto mismo ocurrió en mi curso de Vigilante de Seguridad). Cuando el alumno progresa en el aprendizaje saltando directamente a la J o la M, tarde o temprano llegará a la P de… ¡PUM!
Ejemplos de ¡PUMs! conocemos todos, aunque dentro de lo posible suelen “taparse”, por lo que pocos se publican en los medios:
http://www.adn.es/local/madrid/20070706/NWS-0618-accidental-limpiaba-disparo-policia-arma.html
¿Realmente es tan difícil?
En los temarios de armamento y tiro podemos encontrar dos aproximaciones al tema: o bien se pasa de puntillas, o la lista de recomendaciones es tan extensa que el alumno no sabe por dónde empezar. Esto es realmente un problema, ya que la lista de materias que debe aprender un Policía o Vigilante de Seguridad en su formación básica es bastante extensa de por sí, y no suele ser aquella a la que los alumnos presten mayor atención, o que consideren más importante.
Con este hecho en mente, opino que en este caso debemos aplicar la regla KISS (Keep It Simple, Stupid), y, dejándonos de florituras, reducir al máximo la explicación que ofrezcamos al alumno, de modo que no le quede ninguna duda de qué hacer cuando manipule el arma, o que no sea capaz de recordarlo. Este es precisamente el objetivo de este artículo: hablar de esa lección tan importante, que muchas veces no se enseña o comprende adecuadamente, y que periódicamente ocupa las páginas de sucesos.
¿Por qué son peligrosas las armas de fuego?
Sencillamente, porque su función primaria es MATAR o causar graves daños, así de simple. Cuando un coche funciona, nos traslada de un sitio a otro. Podemos sufrir un accidente por múltiples causas, y que éste sea mortal, pero no está contemplado a priori en su diseño. Cuando funciona una máquina de café, es cierto que podemos quemarnos, pero su cometido es prepararnos el desayuno, no lesionarnos.
Cuando una pistola funciona, el producto es algo diseñado para matar a un ser vivo. Es más, el diseño de las armas es tal, que naturalmente, al empuñar, nuestra mano se colocará en disposición de disparar: el dedo índice irá al gatillo. Podéis hacer la prueba con algún familiar o amigo que nunca haya tenido contacto con ellas.
Y si no sabemos evitar conscientemente esa acción natural… me remito al punto anterior.
Por tanto, la primera cuestión que abordaré es la RESPONSABILIDAD: aprender las normas de seguridad no es “aburrido”, sino fundamental.
Normas de seguridad: ¿alguien es capaz de recitarlas?
Hasta el último Policía Local de EEUU se las sabe de memoria. Compañeros míos recién llegados de Israel, ni siquiera sabían de su existencia. En fin…
Jeff Cooper, entre otras cosas, nos dejó lo siguiente:
#1: Trata siempre las armas como si estuvieran cargadas.
#2: Nunca apuntes a nada que no quieras destruir.
#3: Mantén el dedo fuera del gatillo hasta que tengas las miras alineadas sobre el blanco y vayas a disparar.
#4: Comprueba el blanco y lo que hay detrás de él antes de disparar.
En teoría estas 4 reglas cubrirán todos los supuestos posibles. Ya vemos que se trata de acciones del tirador, y es que: A pesar de que un arma pueda fallar mecánicamente (debido al desgaste, daños mecánicos por caídas o golpes, montaje incorrecto tras limpieza, o incluso fallos de diseño), la práctica totalidad de los accidentes son responsabilidad del tirador. Por desconocimiento (aprendió mal o directamente por negligencia), o directamente “pasa del tema”.
Da igual el número y tipo de seguros que posea el arma. Está diseñada para disparar, y si metemos el dedo en el gatillo, el arma hará “PUM”.
¿Se pueden discutir, e incluso reducir estas 4 reglas? (quizás a alguien le parezcan “demasiadas”). Por supuesto que sí:
La Regla #1 se puede obviar: no es que tratemos el arma “como si”. Un profesional siempre lleva el arma cargada. Esta regla parece más adecuada para tiradores deportivos, que unas veces tendrán el arma con munición en su interior, y a los 5 minutos pueden descargarla para cambiar de ejercicio, o de puesto. Al rato la volverán a cargar… puede que hagan una pausa entre disparos de una serie dejando el arma con munición en el cargador o incluso en la recámara… y a la media hora de estar en la cancha de tiro, el tirador ya no es capaz de decirnos cómo c… está el arma. No obstante, este problema se soluciona simplemente aplicando la regla #3 indefectiblemente (otra cosa es que lo hagamos…).
La Regla #2 presenta un problema, y es que a su vez, tiene 3 excepciones que pueden darse en el trabajo diario: cuando realizamos una búsqueda con el arma cubriendo los sectores de tiro (un registro de un inmueble, por ejemplo), cuando encañonamos a un sospechoso durante una detención (no tenemos intención de disparar), y cuando realizamos tiro en seco http://tirodefensivocampodegibraltar.blogspot.com/2009/07/tiro-en-secoentrenamiento-apto-para-el.html (entre los comentarios a este artículo de Ernesto Pérez Vera incluí algunas normas de seguridad específicas para esta actividad).
Recientemente ha surgido un “pequeño” problema con esta regla: la aparición de los ejercicios “force on force”, en los cuales se recrean situaciones lo más reales posibles, y en los que el clásico blanco de cartón se sustituye por uno de carne y hueso. Antes de la llegada de las SIMUNITION, Blue guns, etc, ocurrieron trágicos accidentes por fallos de esterilización (permitir munición real en la zona de entrenamiento). Incluso las SIMUNITION han ocasionado problemas por fallos de coordinación, como cargar munición frangible de esta marca en las armas del ejercicio (munición usada en entrenamientos, pero letal). La controversia entre “hot” (los alumnos dan la clase con munición letal) o “cold” (las armas están descargadas o con carga no letal), está ahí y no se puede ignorar, y muchos no querrán renunciar a determinados sistemas de entrenamiento. Desde luego, la única medida totalmente eficaz para evitar accidentes es usar armas de entrenamiento, airsoft, blue/ red guns, etc. Pero nunca usar las armas de servicio en ejercicios que impliquen apuntar al pecho de un compañero.
Por tanto, eliminaríamos estas 2 reglas de la lista.
La primera con la que me quedo es la Regla #3: Mantener el dedo fuera del arco del guardamontes hasta que vayamos a disparar. Para afirmar esto me baso en los siguientes puntos: Existen dos formas de disparar un arma: apretar el gatillo, o dejarla caer con el cañón hacia el suelo, lo que activaría el fulminante del cartucho por la inercia de la aguja percutora. Dado que la mayoría de las armas modernas disponen de seguros de caída, estableceremos que la única forma de disparar el arma será apretar el gatillo.
Aceptando lo anterior como cierto, me dará igual el tipo de arma que esté empuñando, sus mecanismo, seguros, etc. Aunque apunte con un subfusil con el selector en ráfaga y el gatillo al pelo, estaré absolutamente seguro de que no disparará hasta que ponga el dedo en el gatillo y lo apriete. Por otra parte, el arma que posea más seguros automáticos (por ejemplo, Walther P99 o Glock), disparará indefectiblemente si aprieto el gatillo.
En las fotografías se muestra el modo correcto de colocar el dedo a lo largo del armazón (de una Glock), no paralelo al guardamontes (como hace el soldado británico con su SA-80). Así evitaremos que una contracción involuntaria del dedo índice dispare el arma. Esto puede suceder en 3 supuestos:
– Algo nos sobresalta: en una situación de tensión, cualquier ruido, la aparición de un “blanco” ante nosotros, incluso que nuestro compañero nos toque por la espalda, provocará una contracción involuntaria de los músculos del cuerpo, incluido el dedo índice que tenemos junto al disparador. Es muy común en búsquedas en inmuebles, callejones, etc, donde al abrir una puerta o girar una esquina alguien aparece súbitamente ante nosotros, y además a muy corta distancia. Si resulta que se trata de un compañero o un “civil”, y no tenemos el dedo situado correctamente, hay muchas posibilidades de meterle un tiro por accidente.
– Sentimos que vamos a caer: un simple resbalón o tropezón, muy común cuando progresamos por un inmueble, tendrá el mismo efecto que en el caso anterior: la mano se crispará alrededor del arma, produciendo el disparo si el dedo está enfrentado al gatillo. Hacemos fuerza con la mano débil, por ejemplo al agarrarnos a algo (una escalera, la puerta de un coche), o luchamos contra un adversario. En estos casos, la reacción simpática hará que también ejerzamos fuerza con la mano hábil, produciéndose el disparo si el dedo no está emplazado correctamente.
OJO: los dos primeros casos que refiero (sobresalto y desequilibrio) han ocurrido también, no ya durante intervenciones, sino mientras el usuario apuntaba a un compañero DE BROMA… Las armas no son juguetes, al principio del artículo las describí como herramientas cuyo objeto es matar, y eso es exactamente lo que son, para lo que sirven, y lo que hacen cuando funcionan.
Por último, también me quedo con la Regla #4: identifica el blanco, lo que hay alrededor de él, y lo que hay detrás antes de disparar. Muchos instructores creen, y yo apoyo esa teoría, que el gran problema de los tiroteos en la calle no es atravesar al malo e impactar en la viejecita que está detrás de él, sino fallar el blanco y darle DIRECTAMENTE al cuponero, al cartero, o incluso a la víctima que queremos salvar. Los casos de sobrepenetración existen, pero estadísticamente, la tragedia es más probable por lo que acabo de apuntar, que por ese disparo “mágico” que atraviesa al malo, rebota en el suelo, y acaba en la cabeza del rehén. Otra opción no menos funesta, es que alguien (incluso un compañero) se cruce en nuestra línea de tiro, como de hecho también ha sucedido (falta de entrenamiento/ coordinación + visión túnel).
Por ello, antes de disparar, hay que perder una décima de segundo en ver a qué le estoy dando el taponazo. Por supuesto que es muy difícil, más aún cuando muchos cursos se han convertido en concursos de I.P.S.C., donde el alumno que dispara más rápido es el “mejor”. Pero es algo fundamental, al menos si estamos en el bando de los “buenos”.
Conclusiones
Al igual que es absurdo que nos conociésemos todos los modelos de coches, y no supiésemos distinguir las señales de tráfico, con las armas hay que evitar la tentación de empezar la casa por el tejado, y ser conscientes de que pasar por alto aspectos básicos del entrenamiento por que nos parezcan “aburridos”, nos pasará factura tarde o temprano.
4s Comentarios
Ignacio
Un resumen excelente de la seguridad con las armas de fuego, lástima que sea tan menospreciada/ignorada por muchísimos agentes, muchos llevan un arma sin saber lo que llevan, y lo peor de todo es que no se preocupan por saber y algunos incluso pudiendo aprender de alguien que sabe lo rechazan.
A veces siento más miedo del uso que pueda dar un compañero mal formado de su arma que de un agresor, ya que del segundo sé supone que va a hacerte daño pero del primero se espera protección y profesionalidad, cosa que no está garantizada y puede llegar a ser incluso más peligroso.
Airsoft Yecla
¡Muy buenas consideraciones sobre la importancia de la seguridad en partidas airsoft! Sin duda, estamos ante una práctica de lo más entretenida y divertida, pero eso no significa que debamos dejar atrás la protección. Nosotros recomendamos a todos los jugadores adquirir todo lo necesario y no prescindir de ningún elemento. La seguridad es lo primordial.
Cristian
Soy muy fan de este mundillo, me encanta empollarme las teorías e historias de cada arma. Igualmente, en la práctica solo practico Arisoft y Paintball, y muchas de estas reglas debería enseñarse antes de cada combate ya que, aunque sea una actividad de ocio, puede llegar a ser muy peligroso
Airsoft Battle
Es lo principal en el mundo del airsoft! La seguridad, para que todas las partidas sean divertidas y se puedan disfrutar al máximo es lo primero.
Muy buen post sobre el tema y muy completo