El servicio militar obligatorio en Estados Unidos: ¿debería volver a implantarse?

El Ejército de Estados Unidos y el Cuerpo de Marines son demasiado reducidos para hacer todo lo que se les pide y exige que hagan, y el pueblo estadounidense vive acomodado en un engaño: el engaño de que las Fuerzas Armadas de EEUU cuentan con suficientes efectivos para hacer su trabajo, que la moral es alta y que los problemas son desdeñables.

Sin embargo, el pueblo estadounidense no está en los campos de batalla, y es por eso que los soldados y Marines están indignados. Están indignados porque tienen que cumplir asignaciones prolongadas en Irak y Afganistán, porque sus familias han tenido que sacrificar mucho a causa de sus repetidos despliegues, y porque muchos de sus compatriotas no han contribuido en absoluto a la iniciativa de la guerra. Esto se debe a un hecho: los líderes políticos estadounidenses tomaron una decisión provechosa para hacer recaer todo el peso de la guerra contra el terrorismo sobre un ejército reducido y profesional.

Esto ha generado cólera, dolor y repulsa. Sin embargo, ojos que no ven corazón que no siente. El alejamiento entre los estadounidenses y sus Fuerzas Armadas se ha acrecentado notablemente desde la guerra de Vietnam, permitiendo la fachada de que el pueblo estadounidense tiene un único rol que jugar en las guerras de EEUU: el de espectador. Así que los estadounidenses deben considerar la opción de restaurar el servicio militar obligatorio.

Algunos sostienen que esto no es posible, sobre todo porque Estados Unidos ya no es una nación cohesiva o unificada, y porque los estadounidenses tienen demasiadas ideas culturales preconcebidas, sumamente centradas en el consumismo. Según esta escuela de pensamiento, la cultura del consumidor ha generado personas egoístas e incapaces de sacrificarse por un bien mayor. Otros, sostienen que la “mili” no es posible porque los líderes políticos y militares temen que el público pueda limitar su libertad de acción. Además, temen que la voluntad de la gente sea tan débil como lo fue cuando le falló al Ejército en Vietnam.

Consideremos las palabras de Andrew Bacevich en su reciente libro, “The Limits of Power”:

“En cuanto a la esperanza de que el restablecimiento de la conscripción pueda revigorizar las políticas, la considero análoga a la idea de que fomentar la creencia en Cristo en las fiestas navideñas reavivará la espiritualidad estadounidense. Una fantasía bastante agradable, que pasa por alto las fuerzas, que en primer lugar, transformaron las celebraciones navideñas en una orgía de consumo.”

Esta declaración revela el espíritu de la época del público estadounidense en el siglo XXI. Tanto el Ejército de EEUU como el Cuerpo de Marines están demasiados comprometidos y sobrepasan sus capacidades para lograr el éxito en sus misiones. Los despliegues constantes están desgastando a los soldados, a los Marines y a sus familias, tanto física, psicológica como emocionalmente. Los Estados Unidos carecen de la reserva estratégica para responder, inmediatamente, a graves amenazas. Como asunto de seguridad nacional, el país necesita ampliar perceptiblemente el tamaño del Ejército y del Cuerpo de Marines. La única manera de hacerlo en el ambiente político, social y económico actual es reinstituyendo el servicio militar obligatorio.

Si bien hay más que pruebas suficiente para respaldar la conclusión de Bacevich, no debemos perder de vista un hecho: A los estadounidenses todavía no se les ha pedido servir. No ha habido un debate nacional sobre el tema. A los líderes políticos les ha faltado la valentía para iniciar uno, y los líderes militares no confían mucho de los estadounidenses y se sienten demasiado cómodos con las fuerzas profesionales para desafiar el estatus quo (prueba de ello, el video del debate en el progama DEFCON 3, de Fox News).

En los años subsecuentes a la guerra de Vietnam, las fuerzas armadas se convirtieron en un “racimo militar” (que representa el 0,5% de los hogares estadounidenses), un grupo profesional con su propio sistema singular y conjunto de valores, éticas y convicciones.

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Los soldados del Ejército David Huff, Tylor Dolfi y Evan Dancer, de pie con orgullo enfrente del Centro de Entrenamiento Urbano Muscatatuck, Indiana, el 17 de febrero de 2012

Han peleado las guerras de Estados Unidos desde 1973 hasta el presente. El fin de la “mili” en 1973, eficazmente, eliminó a los estadounidenses de la lucha; no se equivoquen, querían que los eliminaran. La Guerra de Vietnam dejó en el país una atmósfera anti-militar, y no fue hasta la administración Reagan que esta atmósfera comenzó a cambiar. Sin embargo, la administración Reagan no hizo esfuerzo alguno para incluir nuevamente a los estadounidenses en la ecuación de guerra. La eliminación de los estadounidenses de las guerras de EEUU sigue teniendo ramificaciones significativas, el efecto neto no reconocido el cual ha sido desastroso para la seguridad militar y nacional.

Luego de los horrendos ataques contra Estados Unidos del 11 de Septiembre, la administración Bush declaró una “Guerra contra el Terrorismo”; promulgó una agresiva doctrina estratégica nueva de “guerra con derecho preferente” (guerra realmente preventiva); y comprometió a la Nación en las guerras de Afganistán e Irak. Además, desplegó las fuerzas estadounidenses en otras partes del mundo tales como el cuerno de África y en las Filipinas. La administración de Bush dependió de las fuerzas ya existentes para pelear esta guerra extendida. No movilizó a los estadounidenses para “una lucha larga y difícil,” aunque insistió en una campaña de propaganda demagógica a través del temor, por así llamarla.

Con su visión mundial maniquea en blanco y negro y su retórica belicosa, enajenó eficazmente a los aliados y les dijo que no eran necesarios. Por consiguiente, casi todo el peso de la supuesta Guerra contra el Terrorismo recayó en los profesionales del Ejército, el Cuerpo de Marines, la Marina, la Fuerza Aérea, la Guardia Nacional y el Componente de la Reserva. El peso recayó sobre menos del 1 por ciento de los 300 millones de estadounidenses. Por otra parte, con los estadounidenses fuera de la ecuación, era más fácil ir a la guerra. No había temor de un movimiento pacifista tal como el experimentado por las administraciones de Johnson y Nixon.

Las guerras de Bush no fueron iniciativas nacionales que provocarían la ira de un gran número de personas. De hecho, es incorrecto decir que, “Estados Unidos está en guerra”. Es más preciso decir que el Ejército de los Estados Unidos está en guerra y que los estadounidenses, ya sean, espectadores o visitantes desinteresados no tienen deber alguno y ningún tipo de responsabilidad ni compromiso. De hecho, luego de declarar la guerra, la administración de Bush instituyó las reducciones de impuestos y les dijo a los estadounidenses que se fueran de compra. Bush jamás pidió a los estadounidenses que hicieran el más mínimo sacrificio, ni apeló a su buena voluntad. Apeló a la avaricia y al interés propio.

Esta no era la reacción estadounidense tradicional ante una guerra, y éste no era el papel tradicional de presidentes estadounidenses en guerra.

¿Por qué un servicio militar obligatorio?
La “mili” es necesaria en este momento porque EEUU cuenta con muy pocos soldados y marines a quienes se les pide hacer demasiado. Sin embargo, esto es solamente una explicación parcial. Las amenazas que encara EEUU son verdaderas, substanciales y crecientes.

Parte del motivo de estas amenazas es la ineptitud en el manejo de los asuntos exteriores y políticas militares. La presencia del Ejército estadounidense en distintas partes del mundo en los últimos 60 años, ha creado estabilidad y prosperidad, permitiendo que la gente desarrolle sus economías sin miedo a la invasión de sus vecinos. De Corea a Europa, el Ejército de EEUU ha mantenido el estatus quo. La retirada unilateral del Ejército de EEUU por el Pentágono bajo el entonces Secretario de Defensa Rumsfeld, si bien necesaria para satisfacer las exigencias crecientes de las fuerzas estadounidenses en el Oriente Próximo, crearon nuevas oportunidades para la agresión. Ahora, la reserva estratégica de Estados Unidos consiste, principalmente, en poder aéreo y naval. Las fuerzas terrestres de Estados Unidos no pueden responder adecuadamente a las nuevas ni antiguas amenazas.

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Soldados de las Fuerzas Especiales del Ejército de EEUU en la ceremonia de graduación, el 17 de Mayo de 2011

La doctrina de contrainsurgencia de Estados Unidos requería de cuatro a quinientos mil soldados en un país del tamaño y población de Irak, sin embargo, Estados Unidos no pudo desplegar ni sostener doscientas mil tropas. La estabilidad lograda en Irak estos últimos años es frágil y el país, probablemente requerirá la presencia substancial de fuerzas estadounidenses durante muchos años más.

Los Talibanes y el Al-Qaeda se están recuperando en Afganistán y Paquistán, y los aliados de la OTAN no han podido proporcionar las fuerzas o el liderazgo necesario para evitar este resurgimiento.

La estabilidad del gobierno de Corea del Norte es incierta desde la subida al poder de Kim Jong-un. Esto siempre crea incertidumbre en las oligarquías, porque carecen de los sistemas institucionales y constitucionales para una transición ordenada al liderazgo; y la guerra, a veces, pareciera ser una opción para consolidar la fuerza política. Sin embargo, Estados Unidos ha retirado la mayor parte de la 2a División de Infantería de Corea del Sur.

No satisfecha con el statu quo, Rusia recientemente invadió Crimea. Además, Rusia se ha esforzado para desestabilizar al gobierno de Ucrania y ha desafiado el desplazamiento estadounidense de un sistema de defensa misilística en Europa Oriental. Su fuerza naval está reapareciendo como una fuerza significativa. No obstante, Estados Unidos ha retirado de Europa dos cuerpos de ejército principales y la Armada de EEUU ha comprometido considerables recursos en la región del Golfo Pérsico.

Los Estados Unidos todavía son responsables de la seguridad de Taiwán. La República Popular de China está expandiendo rápidamente su marina de guerra, particularmente, su flota de submarinos diésel y ha mejorado su capacidad de destruir los satélites de comunicación. Además, está modernizando sus fuerzas terrestres. No obstante, Estados Unidos no conserva ninguna reserva estratégica significativa comprometida a la guerra convencional.

Irán esta rápidamente desarrollando tecnología nuclear y de misil, y algunos consideran que posee los recursos para producir armas nucleares y misiles capaces de penetrar a Europa aproximadamente en un término de dos a cinco años.
El reacercamiento entre Rusia y China alinea a dos de las naciones más poderosas en la Tierra, aliadas de Irán y no guardan ninguna afinidad con los Estados Unidos. Paquistán, un estado que posee armas nucleares, está pasando por un período de inestabilidad. Su nuevo gobierno carece del respaldo público substancial y está bajo presión del ejército.

La desintegración del gobierno de Paquistán influenciaría, directamente, en las decisiones del gobierno de la India, que también es una potencia atómica. La India también está experimentando inestabilidad y atentados terroristas.

La influencia estadounidense en Europa ha disminuido. La Unión Europea está deficientemente armada y parece con frecuencia más dispuesta a tratar con Rusia que con los Estados Unidos. Esto es comprensible, dada su dependencia del petróleo y gas ruso y de la actitud desdeñosa y unilateral de la administración Obama. Estados Unidos no puede contar con Europa Occidental para proporcionar una reserva estratégica de las fuerzas armadas.

El General George W. Casey, ante el Comité de los Servicios Armados del Senado, trató el desequilibrio del Ejército de EEUU:

“Si bien seguimos siendo una fuerza profesional resistente y confiada, nuestro Ejército está desequilibrado por varias razones. La exigencia actual para nuestras fuerzas excede la fuente sostenible. Estamos excesivamente centrados en cumplir las demandas de la lucha actual y somos incapaces de proporcionar fuerzas aprestas, con la rapidez que sea necesaria, para otras contingencias potenciales. Nuestros Componentes de la Reserva están realizando un papel operacional para el cual no fueron originalmente concebidos ni capacitados.

Los requisitos operacionales actuales para las fuerzas y los períodos limitados entre los despliegues hacen necesario un foco sobre la contraguerrilla en el detrimento del estado de apresto en todo el espectro de misiones del Ejército. Los soldados, las familias y los equipos están extralimitados y fatigados por las demandas de despliegues muy largos y repetidos con muy poco tiempo de recuperación… Los sistemas de apoyo del Ejército incluyendo el cuidado médico, la educación y los sistemas de apoyo de la familia que fueron concebidos para la era previa al 11 de Septiembre están trabajando en su límite durante seis años de guerra. En general, nuestro apresto está siendo consumido con la misma rapidez con la que podemos generarlo.”

Ninguna organización terrorista, país en vías de desarrollo o estado fallido posee los recursos necesarios, y los daños que pueden infligir a Estados Unidos son de menor importancia. Sin embargo, China, Rusia, Corea del Norte, Irán, India y Paquistán pueden alterar dramáticamente la situación estratégica e internacional. La simple presencia del Ejército estadounidense adiestrado, apresto y bien equipado crea estabilidad, disuade la agresión y es evidencia del compromiso de los Estados Unidos por la paz. La ausencia del Ejército de EEUU es una invitación a la agresión. Estados Unidos necesita mantener una reserva estratégica significativa de fuerzas terrestres listas para desplegarse y llevar a cabo operaciones convencionales y mantener una importante presencia de fuerzas terrestres en distintas regiones para prevenir guerra.

La administración de Bush sobre comprometió al Ejército de EEUU y creó vulnerabilidades. Desperdició numerosas oportunidades de disminuir las amenazas y de asegurar verdaderas fuerzas aliadas. La administración de Obama heredó esta situación. Esta administración necesita restablecer el equilibrio y la única manera de hacerlo, sin sacrificar las ganancias en Irak y en Afganistán, es aumentando exponencialmente el tamaño de las fuerzas terrestres estadounidenses.

No estamos en un nuevo ambiente. Ya hemos estado en este ambiente anteriormente. Estados Unidos tiene una larga historia de servicio militar obligatorio.

La “mili” ha sido la respuesta de la Nación a las guerras que han requerido de mucha mano de obra desde la guerra civil. Las demandas del Ejército de EEUU en distintas partes del mundo han aumentado. No obstante, no ha habido ninguna solicitud sostenida por parte de ningún segmento de la sociedad estadounidense para restablecer la “mili”. La razón de esto es porque los estadounidenses están nuevamente asqueados con la guerra. La mayoría de los estadounidenses consideran que la guerra en Irak fue innecesaria, mal planificada y deficientemente ejecutada. Además, los estadounidenses están enamorados de los sistemas de armas costosos y sofisticados, lo cual pone en evidencia la mentira de que no se necesitaban más tropas para pelear la guerra.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en una potencia europea y asiática responsable de la seguridad de centenares de millones de personas más allá de sus fronteras geográficas. El problema yace en que los estadounidenses jamás reconocieron qué significaba ser una potencia europea y asiática, y nunca aceptaron completamente el hecho de que tenían que, desde el principio, contar con fuerzas terrestres significativas preparadas para la guerra. Por lo tanto, Estados Unidos no estaba lo suficientemente preparado cuando se declaró la guerra y tuvo que depender del servicio militar obligatorio para satisfacer las necesidades de personal. Consideremos lo siguiente:

* En 1939, cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial en Europa, el Ejército de EEUU contaba con menos de 190.000 hombres.
* En 1945, las fuerzas terrestres del Ejército de EEUU contaban con más de 6 millones de hombres en 89 divisiones. Éste fue el resultado de un Ejército de conscriptos.
* En 1950, cuando comenzó la guerra de Corea, el Ejército de EEUU contaba con menos de 600.000 hombres, en 10 divisiones.

El General Ridgway observó lo siguiente:
“En pocas palabras, estábamos en un estado vergonzoso de incapacidad para ir a la guerra cuando se declaró la guerra en Corea, y no había absolutamente ninguna excusa justificada. La única razón por la que una unidad de combate existe es para estar preparada para el combate en caso de una emergencia y no hay ser humano alguno que pueda prever cuándo se presentarán estas emergencias. El estado de nuestro Ejército en Japón cuando estalló la guerra de Corea era imperdonable.”

* En 1952, en todo el apogeo de la guerra de Corea, el Ejército de EEUU contaba con 1.596.419 soldados, organizados en 20 divisiones del servicio activo. Este Ejército fue el resultado de la “mili”, y con unas cuantas divisiones más, el Ejército hubiera podido detener el avance de los chinos bien al norte del paralelo 38 y mantener el territorio ganado en Corea del Norte.
* En 1961, en la víspera de la guerra de Vietnam, el Ejército de EEUU contaba con 858.622 soldados organizados en 14 divisiones del servicio activo, aproximadamente la mitad de su tamaño diez años antes. En 1968, el año de la Ofensiva del Tet, el Ejército de EEUU contaba con 1.570.343 soldados organizados en 19 divisiones del servicio activo.
* En 1973, terminó la “mili”. Muchas lecciones han surgido con respecto al fracaso de Estados Unidos para lograr su objetivo político de un Vietnam del Sur libre; sin embargo, una de esas lecciones no debería ser que el ejército de soldados-ciudadanos fracasó. El Ejército de EEUU y el Cuerpo de Marines no fueron derrotados táctica ni operacionalmente en Vietnam.

En la víspera de la primera guerra del Golfo Pérsico, la administración de George H. W. Bush estaba en proceso de reducir el número de fuerzas estadounidenses. La Guerra Fría había terminado y los estadounidenses estaban a punto de recibir una “ganancia proporcional de paz,” principalmente, a costa del Ejército. La desmovilización se detuvo temporalmente para pelear una guerra convencional en Irak. Luego de la guerra, la desmovilización continuó, y el Ejército fue de una fuerza de casi 800.000 soldados a una fuerza menor de 500.000 y de 16 a 10 divisiones.

Cuando George W. Bush asumió la presidencia, el Ejército de EEUU todavía contaba con menos de 500.000 hombres y mujeres, organizados en 10 divisiones, pero en el año 2001, bajo el título de “transformación,” la nueva administración de Bush comenzó a elaborar planes para reducir dos divisiones más del Ejército. El ataque terrorista del 11 de Septiembre puso un alto a estos planes y, en su lugar, la administración se preparó para la guerra en Afganistán.

A lo largo del siglo XX, el Ejército de EEUU ha sido repetidamente debilitado e insuficientemente preparado para las guerras que luchó, y la “mili” se hizo necesaria. En cada caso, el ejército de ciudadano-soldado del Ejército de EEUU emergió para cumplir con los requisitos de guerra, y tuvo gran éxito en la misma.

Discusiones y avances sobre el anti-reclutamiento
¿Por qué la nación no ha empleado su método tradicional de contratación de mano de obra en la situación actual? Un número de argumentos promueven explicaciones políticas y militares, y otras explicaciones sociales, culturales y económicas. A continuación se presentan las principales razones:

* La creencia de que la ciencia y la tecnología son la panacea a todos los problemas humanos.
* La creencia de que el servicio militar no debe interrumpir la búsqueda incesante de la riqueza y el consumo cada vez mayor.
* La fragmentación de la nación en pequeñas, “naciones tribales,” cada una con su propio conjunto de creencias, valores y éticas.
* La creencia de que la guerra limitada y asimétrica, opuesta a la visión estadounidense de la guerra, no es una amenaza que requiere la atención y la participación de la población estadounidense.
* La presunta incapacidad de los soldados, obligados a servir, para dominar las tecnologías y doctrinas necesarias a fin de luchar en el moderno campo de batalla empleando los sistemas de armas sofisticados durante un solo período de servicio de corto plazo.
* Una preferencia generalizada por soldados profesionales, que son más consistentes y confiables, que no restringen el espectro de acción de su líder y que reducen al mínimo, la participación del público en los combates.

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El Sargento de Primera Clase Jeff Due, un reclutador del Ejército de EEUU, rodeado por manifestantes en el Seattle Central Community College, el 20 de enero de 2005

Sin duda, esta lista de argumentos es incompleta y estos argumentos no son mutuamente excluyentes, pero es importante comprenderlos.

La ciencia y la tecnología
Después de la Segunda Guerra Mundial y del desarrollo del bombardero pesado y la doctrina de bombardeo estratégico, el poder aéreo se convirtió en una panacea, la respuesta para evitar la carnicería que se produce cuando dos grandes ejércitos chocan en guerra terrestre. Durante la Segunda Guerra Mundial, algunos argumentaron que ese poder aéreo fue una tecnología que ganó la guerra.

En 1948, después de presenciar cómo dos bombas atómicas llevaron la guerra contra Japón a su fin, Eisenhower articuló la siguiente nueva visión estadounidense de guerra:
“En un instante, muchos de los viejos conceptos de guerra fueron barridos. De aquí en adelante, pareciera que el propósito de una nación agresora es almacenar bombas atómicas… Incluso las ruinas bombardeadas de Alemania… proporcionan apenas una advertencia de lo que podría significar la guerra en el futuro para los pobladores de la Tierra”.

Este enfoque sobre el poder aéreo se hizo evidente en el año 2003 en la doctrina de “conmoción y pavor” la cual se suponía que ganara la guerra en Irak sin la participación de un número importante de fuerzas terrestres de EEUU.

Se suponía que la invasión iba a demostrar la más reciente denominada “revolución en asuntos militares”. El desarrollo de las tecnologías de la información, bombarderos Stealth y armas de precisión generó la doctrina estratégica conocida como “guerra centrada en redes” y la doctrina operacional de “conmoción y pavor” para eliminar o reducir al mínimo el uso de soldados.

Lamentablemente, una vez más, el Pentágono se equivocó. Es difícil ver una revolución en asuntos militares en las operaciones en curso en Irak y Afganistán. Los profetas del poder aéreo y la tecnología ocasionaron, nuevamente, un desastre que las fuerzas de combate terrestre tuvieron que arreglar.

Riqueza y consumo
Tomemos en consideración las palabras de Andrew Bacevich:

“Para los Estados Unidos la búsqueda de la libertad, tal como se define en una era de consumismo, ha inducido una condición de dependencia —sobre mercancías importadas, petróleo importado y crédito. El principal deseo del pueblo estadounidense, ya sea que lo admitan o no, es que nada debe interrumpir su acceso a esos recursos, a ese petróleo y a ese crédito. El objetivo principal del Gobierno de Estados Unidos es satisfacer ese deseo, lo cual hace, en parte, a través de la distribución interna de dádivas (el Congreso desempeñando el papel principal) y por otra parte, mediante la búsqueda de ambiciones imperiales en el extranjero (en gran medida el negocio de la rama ejecutiva)”.

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El Sargento Primero Scott Gianfrancesco conversa con los estudiantes de la Escuela Secundaria Wilkes Central, en Carolina del Norte, el 30 de abril de 2008

La evidencia abrumadora es que la búsqueda de riquezas y mayores niveles de consumo prevalece en el pensamiento y acciones estadounidenses más que en cualquier otra empresa. El consumo influye en todos los aspectos de la vida estadounidense, incluyendo la capacidad de la Nación para generar soldados de combate.

Se trata de una cuestión de seguridad nacional, que sólo se ha agravado desde el fin de la Guerra Fría. El problema, aunque identificado durante la guerra de Corea, plagó los servicios durante la guerra de Vietnam. En 1957, Robert Osgood escribió:

“Más allá del odio moral de la guerra, del temor a la violencia y de la repugnancia de la guerra, estos sentimientos son más fuertes entre un pueblo que ha crecido amante del orden social y del bienestar material como los estadounidenses. La guerra perturba toda la escala de prioridades sociales de un esquema individualista y materialista de vida, de modo que la tendencia diaria de adquisición y gasto está subordinada, en muchas maneras, al bienestar colectivo de la nación —desde el sistema tributario hasta la muerte. Esto representa una aversión emocional a la guerra, que emerge esencialmente del interés propio”.

El “adquirir y gastar” ya no está sujeto a la guerra; que, de hecho, gobierna la conducta estadounidense de guerra. La ausencia de un debate nacional sobre la “mili” claramente indica que la seguridad nacional está subordinada a la empresa principal estadounidense, la búsqueda de la riqueza y el consumo.

Fragmentación
Algunos alegan que Estados Unidos ya no es una entidad cultural unida. Las pruebas de la fragmentación de la Nación son más que anecdóticas. Según los geo-demógrafos de Claritas:

“La sociedad estadounidense de hoy se compone de 62 tipos distintos de estilo de vida: 55 por ciento más que los 40 segmentos que definieron la población de EEUU durante las décadas de los 70 y de los 80”.

Algunos creen que la gente ignoraría cualquier ley que requiriera el servicio militar nacional. Por consiguiente, el patriotismo es más retórico que realista. Robert R. Palmer comenta:

“El lazo que existía entre el soberano y el gobernado era burocrático, administrativo y fiscal, una conexión mecánica externa entre el gobernante y el gobernado, en gran contraste con el principio incorporado por la Revolución [francesa] que, en su doctrina de la ciudadanía responsable y la soberanía del pueblo, efectuaba una fusión casi religiosa del Gobierno con los gobernados. Un buen gobierno del antiguo régimen fue uno que exigió poco de sus súbditos, que los consideró recursos útiles, dignos y productivos para el estado, y que en tiempos de guerra, interfirió lo menos posible con la vida civil. La “gente buena” era la que obedecía las leyes, pagaba sus impuestos y era leal a su propio Gobierno; no necesitaba hacer sentido de su propia identidad como un pueblo, o una unidad como nación, o hacerse responsables de los asuntos públicos, ni tenía la obligación de hacer un esfuerzo supremo en la guerra”.

Posiblemente, el término “antiguo régimen” proporciona una descripción tan precisa de Estados Unidos como en los albores del siglo XXI así como lo hace para las nuevas naciones-estados nacidos durante la revolución francesa y estadounidense. La evidencia de la fragmentación se manifiesta en la reciente conducta de guerra estadounidense.

Las Compañías Militares Privadas (PMC, por sus siglas en inglés) han asumido el control sobre muchas de las responsabilidades que una vez pertenecieron, exclusivamente, al Ejército. La guerra en Estados Unidos se ha convertido en un negocio lucrativo, que, posiblemente, disminuye cada vez más la necesidad de que los estadounidenses participen en la misma. Las responsabilidades que una vez pertenecieron a los ciudadanos estadounidenses ahora les pertenecen a empresas privadas militares leales al dólar, no a las personas, ni al Gobierno ni al Ejército.

La cultura estratégica de guerra limitada y asimétrica
Si bien la Nación ha peleado muchas guerras limitadas, el paradigma de la guerra, que ocupa el pensamiento de la mayoría de los estadounidenses es la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, que requirieron una movilización total. El Presidente Harry Truman comentó sobre el deseo estadounidense de paz:

“Los estadounidenses odian la guerra… En la historia, no se ha conocido a un pueblo que tan rápidamente se desprenda de las formas de guerra. Esta impaciencia es la expresión de un ideal nacional profundamente arraigado de querer vivir en paz”.
Los estadounidenses tradicionalmente han considerado que:

* Estados Unidos es una Nación-estado singular, desvinculada de las reglas que rigen a otras naciones.
* La guerra es un asunto serio y Estados Unidos no debería entrar en ella apresuradamente.
* Las guerras de mayor envergadura son un esfuerzo nacional que comprometen los recursos de la nación.
* Se deben de llevar a cabo guerras de manera profesional, rápida e implacablemente y llevarlas a un desenlace eficaz, rápido y decisivo.
* Una guerra debe ser estratégica y doctrinalmente ofensiva —y corta.
* Su objetivo debería ser la destrucción del ejército principal del enemigo, seguido por la ocupación de su país y su transformación política, económica, social y cultural.
* El objetivo de la posguerra es cambiar el estado derrotado a uno que se asemeje más a Estados Unidos —una democracia capitalista.
* La guerra significa pelear; esa pelea debería comenzar lo más pronto posible y proceder de forma continua y agresivamente hasta que Estados Unidos logre la victoria.
* No hay nada que los estadounidenses no puedan lograr si están plenamente movilizados.
* La identidad del enemigo debe ser inequívoca, su ubicación determinada y sus fuerzas visibles y dispuestas a aceptar la batalla.
* La lucha debería producir un progreso que se pueda comprobar y resultados decisivos.
* Las soluciones de transacción son antiestadounidenses y no justifican el coste humano de la guerra ni logran los objetivos políticos de la Nación, que son absolutos.
* Las exigencias de la batalla deberían dictar el curso y la conducción de la misma y minimizar la pérdida de vidas; los asuntos políticos no deben obstaculizar el uso eficiente de la fuerza y el enjuiciamiento expedito de la misma.

Los estadounidenses creen en la igualdad de sacrificio —la justa distribución del peso de la guerra entre la población adulta. Creen que el capital humano de la Nación es su recurso más valioso y que mientras que los estadounidenses están combatiendo y muriendo, no debe economizarse ningún otro recurso para llevar la guerra a una conclusión rápida y buen desenlace. A los estadounidenses les gusta pelear en guerras sumamente organizadas, sistemáticas y con suficiente material de guerra y basadas en tecnología. Los estadounidenses creen que la guerra es una aberración que perturba el principio estadounidense de que el hombre no es un medio para un fin, y que su “búsqueda de felicidad” es su fin.

Los estadounidenses creen en actuar unilateral y agresivamente y que la guerra sostenida es antiestadounidense y potencialmente perjudicial para la democracia de EEUU. Los estadounidenses no aceptan la derrota. Aumentan el esfuerzo, emplean más recursos, improvisan, adaptan y buscan nuevas soluciones. Lamentablemente, pocas guerras son así.

La bomba atómica creó una guerra moderna y limitada. Las armas nucleares destruyeron el principio Clausewitziano de que la guerra es una continuación de la política por otros medios. No hay ninguna importancia política que tratar después de un intercambio nuclear entre las grandes potencias. El predominio estadounidense en las fuerzas convencionales ha terminado la guerra convencional, al menos en el futuro cercano. Por lo tanto, la cultura de guerra estratégica estadounidense no se aplica al entorno actual.

Si los estadounidenses no pueden luchar el tipo de guerra que quieren luchar, no lucharán en absoluto. Como consecuencia, se retiraron de Vietnam antes de cumplir la misión. Por esto, la ira en contra de George W. Bush por no llevar hasta el final a Bagdad en la guerra del Golfo. De ahí, la ausencia de un debate, incluso hoy en día, acerca de un servicio militar obligatorio cuando las fuerzas terrestres de EEUU están sobrelimitadas, peleando dos guerras que claramente no encajan en el prototipo de guerra estadounidense.

Los reclutas no pueden dominar la tecnología y la doctrina de la guerra moderna
Esta premisa es demostrablemente falsa. La mayoría de los estadounidenses pueden dominar, en un año, las tecnologías y doctrinas que se requieren para luchar eficazmente en el campo de batalla moderno, y con un compromiso de dos años de servicio, el Ejército tendría otros 12 meses para emplear a los conscriptos en la guerra o en otras labores en el extranjero. En uno o dos años, la mayoría de los individuos pueden obtener una Maestría en una buena universidad. Sin duda, en un año, un individuo puede dominar el uso de armas básicas y aprender a funcionar como parte de un equipo. En un año, el estadounidense promedio, puede cumplir los requisitos rigurosos de adiestramiento para desempeñarse como parte de una unidad de combate efectiva.

El verdadero problema en la actualidad, que no encararon las generaciones anteriores, es el de reclutar a jóvenes estadounidenses que posean el acondicionamiento físico necesario.

La ausencia de un servicio militar obligatorio les provee a los líderes mayor libertad de acción
Usar fuerzas regulares elimina a los estadounidenses de la ecuación de guerra, y disminuye en gran medida el rol que juegan los estadounidenses en la decisión política de ir a la guerra y en las decisiones militares con respecto a su conducta. Sin una “mili”, los líderes políticos y militares pueden ser menos sensibles a las opiniones de los estadounidenses. No participativos, desunidos y, en muchos casos, indiferentes, los estadounidenses no tienen voz ni voto en las decisiones tomadas por los líderes políticos y militares. No forman parte de la lucha. Con una fuerza compuesta totalmente por voluntarios, los líderes políticos y militares no se sienten tan responsables de rendirles cuentas a los estadounidenses como lo tuvieron que hacer durante guerras previas. Como Bacevich lo plantea:

“La verdad es que los Generales y Almirantes de cuatro estrellas consideran a los ciudadanossoldados más un problema de lo que realmente valen”. Desde el fin de la conscripción, el Ejército se asemeja más bien al Cuerpo de Marines, una pequeña fuerza de combate élite, sumamente adiestrada, y al mismo tiempo, menos representativa del pueblo estadounidense.”

Muchos consideran que no fueron las Fuerzas Armadas, sino el pueblo estadounidense los que fallaron durante la guerra de Vietnam. El espectro de Vietnam todavía influye en las decisiones de Washington. La voluntad del pueblo fue eliminada durante la Operación Tormenta del Desierto y ya no es, discutiblemente, un factor en las guerras estadounidenses. Según la opinión de la Casa Blanca y del Pentágono, esto es lo ideal. No obstante, los líderes políticos y militares no ven más allá de sus propias narices. Se centran tanto en el nivel operacional de guerra que no pueden ver un panorama más amplio del ambiente estratégico. Según alega Bacevich:

“¿Ser estadounidense significa, sencillamente, que podemos consumir más productos que cualquiera otra persona en la faz de la Tierra, conducir automóviles más grandes, tragones de gasolina, vivir en casas más grandes, usar más tarjetas de crédito, incurrir en más deudas y comer más que otras personas? ¿Es esto lo que significa la singularidad estadounidense? ¿Es lo que significa la unicidad estadounidense?

La lección de la Roma republicana ahora se cierne sobre nosotros:
En los primeros siglos de la expansión de la República, cuando la concesión de la ciudadanía fue usada nuevamente como un medio para mantener al estado unido, la ciudadanía fue esencialmente un estatus, que transmitió determinadas competencias jurídicas o beneficios. Además, había una exigencia moral en la misma, fuera de la creencia ética histórica y contemporánea y de la práctica, estableció ante un ciudadano una lista de sus responsabilidades con la patria.

Históricamente, la ciudadanía requería un pago de impuestos; ahora Roma era tan rica que esos impuestos ya no eran necesarios. Por otra parte, esa misma riqueza eliminó el servicio militar que cada romano debía a su patria. Los ciudadanos mercenarios provenientes de los estratos más bajos [y los extranjeros] reclutados, ahora llenaban las filas y dieron su lealtad a Mario, Sila, o a cualquier otro general o político [o corporación] que les prometieran buena paga y beneficios de jubilación.
¿Es en esto en lo que hemos venido a parar? ¿Estamos siguiendo la trayectoria de decadencia de los romanos?”

La realidad
Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, específicamente, el Ejército y el Cuerpo Marines, son demasiado pequeños para llevar a cabo todo lo que se requiere de ellos y están centrados en las amenazas equivocadas, las amenazas menos significativas. Estados Unidos necesita reinstituir la “mili” y volver a centrar sus recursos principales en las amenazas más grandes a las que se enfrenta la Nación y el mundo. Esto es un asunto de seguridad nacional. El gasto de 10 mil millones de dólares mensuales en Irak es irresponsable. Las alegaciones en contra de la conscripción no son tan fuertes como las alegaciones a favor de la misma. Considero que si el pueblo estadounidense tuviera información relevante con respecto a las amenazas actuales y de las condiciones del Ejército y del Cuerpo de Marines, no sólo reaccionarían obediente, sino entusiasmadamente, ante la idea de la “mili”.

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Soldados estadounidenses de la primera división de infantería descansan agotados en el suelo de un puesto de operación, después de completar una misión de búsqueda de armas en el valle de Alaugal en Nishagam, en la provincia oriental de Kunar en Afganistán, el 10 de abril de 2009

Las consecuencias de mantener la política actual se traducen en un Ejército y en un Cuerpo de Marines deficientemente adiestrados para llevar a cabo operaciones de combate convencional, rencor contra el pueblo al que sirven y padecimiento de desórdenes postraumáticos, problemas familiares, divorcios y porcentaje de suicidio en aumento. Entre los riesgos que corre el país se encuentran el fracaso en Afganistán, Irak o en cualquier otra parte del mundo; la incapacidad de confrontar a China y a Rusia con fuerzas disuasivas creíbles que impidan la experimentación temeraria; y la inhabilidad de desafiar la agresión, salvo mediante el uso de armas nucleares.
Riesenberg nos recuerda que:

“En el tema de la ciudadanía, las pasiones que, por lo regular, están directamente relacionadas con uno mismo y con el parentesco, se orientan a un propósito superior, el bienestar del público. La ciudadanía ha sobrevivido por mucho tiempo y ha servido en muchos ambientes políticos por el gran desafío que plantea a los individuos para darles a sus vecinos y a sus compatriotas una mejor vida, y al hacerlo, hacen su propia vida más noble. Tal aspiración tuvo sentido para los griegos y para los romanos en sus ciudades, de la misma manera que tiene sentido hoy en día en nuestro tan diverso ambiente”.

La guerra en Irak no era digna de los recursos estadounidenses comprometidos a la misma. Sin embargo, ahora que están allí, ahora que han iniciado la guerra basada en la “inteligencia falsa” y que han desgarrado al país, el problema ya no es una cuestión de recursos. EEUU tiene obligaciones. Tiene que lidiar con la situación que ahora encara, y esa situación requiere un Ejército mucho mayor. Lo que definitivamente no se puede hacer es salir de Irak de la manera como se hizo en Vietnam.

soldado_militar_eeuuConclusión
Tom Brokaw acuñó el término “The Greatest Generation” para caracterizar la generación estadounidense que sufrió y vivió la Gran Depresión, combatió en la Segunda Guerra Mundial y fue la primera que se opuso al surgimiento del comunismo internacional. Esta generación no era grandiosa por lo que consumía, por los grandes automóviles y casas que poseían, o por la cantidad de crédito que usaban. Fue genial debido al carácter de su pueblo y de sus líderes. De aquí a cincuenta o sesenta años, ¿cómo llamaran a la generación de ahora? ¿“la generación yo”? La vida es una prueba de carácter. ¿Está sufriendo Estados Unidos un déficit de carácter?

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