No sé si la víctima de esta agresión es un policía, un taxista, un reponedor de supermercado, si se trata de un civil debidamente autorizado para portar armas, o si incluso es un chorizo atacado por otros tres embutidos. Todo lo anterior da igual. Se trata, simple y llanamente, de un violento ataque físico a patada limpia y a puño cerrado. Monos contra monos, o lo que es más técnico, “Homo sapiens” contra “Homo sapiens”. Es, sí que sí, el más común, barato, natural y ancestral método de cuantos se emplean para atentar contra los agentes de la autoridad de este país y, posiblemente, de cualquier nación mínimamente civilizada.
No voy a decir que tenemos que responder a balazos contra los sopapos. Pero sí voy a destacar que cuando dos o más hijoputas acorralan a un policía y le endiñan de este modo, no sé…, a veces es verdad que se quieren hacer con la pistola del funcionario. Tampoco es mentira, ni una exageración, que de “mamporradas” de estas salen gravemente heridos muchos agentes de seguridad. Y también es verdad que no pocos jefes, compañeros e instructores, dicen la tremenda bobada, que no por ello deja de ser mentira, de que hasta que no estemos a punto de morir no podemos tirar. Infames y ruines todos aquellos que inoculan tan falazmente las seseras del personal. Impreparados y acomplejados que copan demasiados puestos clave. Tuercebotas que interesadamente confunden arrastrar la porra con la experiencia. Espantapájaros amparados por sus hombreras. Zampabollos que se ocultan detrás de sus mullidos y vencidos sillones. Coleccionistas de trolas y, en ocasiones, también de diplomas.
Y digo yo, ¿el cartucho en la recámara no será uno de los factores que han ayudado al chico del vídeo a salvar el pellejo en ese callejón? Pienso que sí: esta medida se ha sumado al factor suerte y a la determinación. Menciono la fortuna por la alta posibilidad que existía de que la víctima hubiese caído conmocionada por un golpetazo en la cabeza, antes de haber exhibido y usado el fierro. También podrían haberle propinado cuarentaitrés puñaladas antes de lograr el primer disparo. Porque una cosa es la tranquilidad de una aséptica galería de tiro, junto a un instructor descreído y engreído, y otra cosa totalmente diferente es la dinámica real de una agresión.
Menos mal que la determinación aquí es palpable: el agredido ha sacado su arma y ha tirado sin demora, algo que no todo el mundo es capaz de hacer. Todos conocemos demasiados casos de policías que desenfundan, pero que finalmente no aprietan el dedito por más justificado que esto pueda estar.
Una vez más, y grabado está, ante la urgentísima inmediatez que exige el tener que hacer sonar el arma, se dispara a una sola mano. No hay tiempo para hacer demasiadas más cosas, aunque es cierto que a veces, tras los primeros disparos, se puede asir la pistola con los diez dedos, como también ha quedado recogido en este documento. ¡Y apuntar!, ¿qué es eso de apuntar ante tal composición de lugar? La verdad, tantas veces ocultada por unos y negada por otros, es esta: frente a un “a vida o muerte”, o ante tal percepción mental, la víctima no suele conservar la suficiente capacidad psico-viso-motora como para alinear los elementos de puntería, mucho menos para hacerlo sobre partes no vitales. La psicofisiología juega en nuestra contra, yendo de la mano del cronómetro. Por cierto, en este país muere mucha gente apaleada, empezando todo como en esta filmación.
Si algún instructor de tiro les dice que él hubiese apuntado durante tres o cinco segundos a las piernas, como marca el manual, ¡mándelo directamente al carajo! Si ustedes no se atreven a decírselo, díganmelo a mí, yo lo mandaré. Papanatas hay por doquier, por lo que se toparán con varios al cabo del día. Si alguno de éstos, encima les verbalizara que lo correcto hubiera sido alimentar la recámara delante de los malos, para así asustarlos con el ruido insonoro que produce la pistola al obturarse, díganle que se debe hacer mirar, más pronto que tarde, sus niveles de cretinismo. Que se lo miren mañana mismo, por el bien de todos.
Como ya he manifestado mil veces: ante situaciones complicadas, sea uno el mejor, el más mediocre, o incluso el último de la clase, la respuesta más eficaz siempre es la más sencilla. En momentos de esta magnitud, las fundas automáticas acaban yéndose al mismo agujero negro en el que terminan la calma, el raciocinio y la sensatez. Discernir suele ser un lujo escaso, sólo al alcance de muy pocos, cuando se protagoniza una escena tan dantesca como la visionada hoy aquí. Mediten sobre lo que puede pasarles. Piensen en ello sin autoembustes. Aprendan mediante el estudio y la práctica, pero sobre todo, a través de las repuestas íntimas que obtengan de sus propias dudas. Y de verdad, huyan de los vendehúmos.
7s Comentarios
Ismael
El vídeo no funciona.
Ernesto Pérez
Hola, Ismael. Yo puedo visionar el vídeo en el ordenador y en el teléfono.
Rafa Fernández
Hola Ismael. El vídeo está sacado de Facebook, por lo que para poder verlo necesitas tener una cuenta y estar logueado en Facebook. Saludos
Matt
Me parece genial su web!!! Perfecta para aprender.
Pero, creo q viendo vídeos reales se aprende mucho, y aquí, veo q no cuelgan el vídeo,sino algunos fotogramas, no seria más interesante ver el vídeo?
Gracias,y buen trabajo!!!
Andrés
Matt, el vídeo está colgado al principio del artículo. Si no puedes verlo, prueba desde aquí: https://www.facebook.com/anarmaorg/videos/887773904613390/
Manu
Se te ha olvidado decir que siempre ahí que esperar a que el disparo nos sorprenda. Ja ja ja me parto. No puedo estar más de acuerdo contigo. Hasta que no se saque a mucho estómago agradecido de los puestos de Instructor. Seguirán enseñando la mierda de siempre.
Juan Manuel López Novas
El uso del arma es perfectamente racional puesto q había 3 agresores e intentaron patearlo en la cabeza