El próximo 10 de mayo de 2015 se cumplirán 15 años del día en que la vida de José Ramón Quirant, un agente de policía local del municipio castellonense de la Vall d’Uixó, cambió para siempre. Aquella primaveral jornada, Quirant tenía 38 años y llevaba ya varios años ejerciendo su profesión en ese cuerpo de policía municipal. Había pasado por varias unidades, alguna de ellas un grupo especial nocturno, y ese día estaba a punto de terminar su jornada laboral en el turno de mañanas. Sobre las 13:45h, apenas 15 minutos antes del cambio de turno, José Ramón y el resto de sus 22 compañeros del cuerpo de policía local de la Vall d’Uixó (11 que estaban a punto de terminar el turno de mañana y 11 que estaban a punto de relevarles para el turno de tardes) recibieron un aviso de atraco en una sucursal bancaria. De los 22 agentes disponibles, sólo 5 (entre ellos Quirant) salieron escopetados hacia la entidad objeto de la alarma y ahí se toparon de bruces con el que posteriormente se convertiría en uno de los delincuentes y asesinos más buscados por las fuerzas del orden españolas: el mediático ladrón conocido como “El Solitario”. Esta es la historia de un policía local que se enfrentó cara a cara con El Solitario y que logró sobrevivir a un encarnizado tiroteo.
Gracias a la excelente labor de I.T.E.POL. (Instituto Táctico de Estudios Policiales), quien ha emprendido una serie de conferencias privadas bajo el nombre de “VIVENCIAS” para que todos aquellos profesionales de la seguridad y las fuerzas del orden cuenten en primera persona a sus compañeros cómo sobrevivieron a un enfrentamiento armado, pudimos asistir a la emotiva narración de José Ramón Quirant. Este relato tuvo lugar en un marco incomparable, el castillo de Alaquàs, y fue la primera charla de las que I.T.E.POL. pretende organizar con varios de estos agentes. Más de 70 compañeros de distintos cuerpos y unidades profesionales de la seguridad acudieron al evento, llenando por completo el aula destinada a que Quirant relatara todo lo que pasó aquel fatídico 10 de mayo de 2000 en el que se enfrentó a El Solitario.
El agente Quirant, hoy con 53 años de edad y en segunda actividad en la plantilla de la policía de la Vall d’Uixó, arrancó su larga exposición de los hechos (se prolongó durante casi 3 horas), huyendo de cualquier tipo de relato heroico, reconociendo que lo que él vivió “es una cosa que le puede pasar a cualquiera que salga a la calle uniformado. Yo era un patrullero y nunca pensé que podría verme envuelto en un asunto así, y más en un pequeño pueblo como la Vall d’Uixó”. Sin embargo, esta mentalidad no le impidió formarse y prepararse, tristemente por su cuenta, para poder responder eficazmente ante una situación así. “Siempre tuve claro que tenía que entrenar con mi arma reglamentaria. Tenía que aprender a usarla, ya que es una herramienta de nuestro trabajo, por lo que no dudaba en acudir a una cantera con algunos compañeros (muy pocos, la verdad) a practicar y disparar con munición pagada de nuestro propio bolsillo”, desveló Quirant.
Según contó el propio agente, en aquella época el arma corta de dotación oficial que portaba la policía municipal de la Vall d’Uixó era una Glock 17 del calibre 9mm Parabellum, la cual el agente Quirant siempre portaba con cartucho en la recámara. Ese día en el que disparó en varias ocasiones a El Solitario, también la portaba en esa misma condición. Además, Quirant llevaba 4 cargadores repletos de cartuchos, uno alimentando el arma, y tres más repartidos por el cinturón de servicio.
El Solitario, por aquel entonces un atracador de poca monta y apenas desconocido en el ámbito policial, accedió minutos antes de que saltara la alarma de robo a la Caixa Rural San Isidro de Vall d’Uixó. Caracterizado con una barba y una peluca postizas, iba bien vestido con traje y chaqueta, y portaba un maletín en cuyo interior guardaba no sólo el dinero apresado sino también sus armas cortas. Como se conocería a posteriori, debajo de su aparente traje chaqueta portaba un chaleco antibalas, por lo que estaba más preparado que los propios agentes para un enfrentamiento armado. Así lo confirmó José Ramón Quirant: “La oficina atracada está a apenas 200 metros del Ayuntamiento (donde está el retén policial), y El Solitario dejó aparcado su coche en una calle cercana, a cuyo paso sabía que se iba a encontrar con los policías de frente, en cuanto saliéramos del Ayuntamiento”.
Nada más sonar la alarma de atraco, Quirant y algunos compañeros salieron corriendo hacia la oficina bancaria, sin ninguna planificación, sin nada de información de lo que estaba ocurriendo dentro, y sin emisoras de comunicación, las cuales se quedaron cargando en las taquillas del retén para que pudieran usarlas los compañeros que estaban ya preparados para iniciar el turno de tarde. Quirant salió junto con un compañero hacia la calle del banco y fueron los primeros que se toparon de cara con El Solitario. El compañero que andaba en una posición más adelantada y con el arma corta desenfundada y en un ángulo de 45º, vio andando a El Solitario cerca de la oficina. Aunque en un principio no sospechó nada, “ya que su aspecto era muy cuidado, no se puso nervioso, no aceleró el paso y no cambió su cara”, sí que vio algo raro en su pose (con la mano hábil detrás del maletín), y le dio el alto. Nada más escucharlo, El solitario destapó su mano hábil y disparó con un arma del calibre .357 al compañero de Quirant. Por suerte, el impacto del proyectil dio justo en el llavero con el juego de llaves de los colegios del municipio, lo que afortunadamente salvó la vida del agente.
Tras escuchar el disparo y ver a su compañero caer al suelo por el impacto, Quirant desenfundó su arma y, dado que ya estaba montada y con cartucho en recámara, abrió fuego contra el delincuente. “Hubo un pequeño tiroteo, del que apenas tengo conciencia, y de repente recuerdo estar en el suelo, sin saber por qué. Intentaba levantarme porque veía como el ladrón se iba escapando agazapado entre los coches, pero no podía. Apoyado sobre un hierro intentaba incorporarme para poder disparar con mayor acierto, pero no podía. No tenía fuerzas. Además, mi postura favorecía el disparo con la mano débil, pero no como no lo había practicado, tenía que empuñar y disparar mi arma desde una postura poco natural. Esto provocó una interrupción por una mala empuñadura, que pude solventar de forma rápida”.
El motivo por el que Quirant no podía levantarse era porque había recibido un disparo de El Solitario con el mismo .357 con el que había disparado previamente a su compañero. La diferencia es que en este caso el proyectil sí que alcanzó a su objetivo, destrozando la extremidad inferior de José Ramón y provocándole graves daños en la tibia, peroné y algunas arterias. “No sé si fue la adrenalina, la situación de combate… pero hasta que no me miré la pierna no fui consciente de lo gravemente herido que estaba”.
Finalmente El Solitario logró escapar de esa calle e inició la huida hacia su vehículo por otra vía adyacente, perseguido por varios agentes que también participaron en el tiroteo con el ladrón. Durante ese enfrentamiento, el ladrón cayó al suelo y perdió su maletín, con la gran mayoría del botín sustraído en su interior (el dinero se recuperó posteriormente). Según contaron los compañeros de Quirant que persiguieron a El Solitario hasta su vehículo, en cuanto alcanzó el coche y abrió la guantera, extrajo un subfusil Ingram, más conocido como pistola ametralladora Marietta, y se la enseñó a los agentes. “Fue una forma de decirles: hasta aquí habéis llegado. Si la conocéis, ya sabéis de lo que es capaz”, contó Quirant, y a continuación disparó una ráfaga en modo automático contra la posición de los policías que le acechaban. Tras esto, El Solitario se subió a su vehículo y huyó a toda velocidad por carreteras de montaña, en una ruta previamente calculada.
Mientras tanto Quirant recibió la primera asistencia de sus compañeros y vecinos del municipio que ayudaron a auxiliarle y trasladarle hasta un centro médico, donde finalmente pudo ponerse a salvo su vida. Sin embargo, su calvario médico se prolongó durante casi 3 años, pasando por varias intervenciones quirúrgicas que, por suerte y por el buen hacer de los galenos, lograron salvarle la pierna.
Para concluir su intervención, Quirant incidió en que el mayor daño sufrido tras este durísimo enfrentamiento armado, no llegó como podría suponerse por las heridas, las curas, o la propia rabia de no haber abatido a este peligroso delincuente. Su mayor perjuicio asegura que llegó por parte de muchos de sus propios compañeros de plantilla (algunos llegaron a decirle: “si no hubierais salido a por él no hubiera pasado nada”), así como por otros entes administrativos y políticos que le dieron la espalda. Por el contrario, el mayor apoyo asegura que lo encontró en su familia, en sus amigos personales, y en algunos compañeros de trabajo, “que sí se volcaron y sí estuvieron conmigo cuando más lo necesitaba”.
Con esta cruda afirmación concluía el primer episodio de la serie “VIVENCIAS”, organizada por I.T.E.POL. y que en este caso arrancó con un emotivo y respetuoso minuto de silencio en memoria del agente de la Vall d’Uixó Manuel Ferrandis, fallecido en ese mismo enfrentamiento con El Solitario; y de Vanesa Lage, agente del Cuerpo Nacional de Policía, fallecida recientemente en el atraco a una entidad financiera en Vigo.
Más información sobre «VIVENCIAS» en www.itepol.com
3s Comentarios
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Víctor
Pepe, que grande eres y que poco reconocimiento has tenido. No todos los policías hubieramos obrado así, la mayor parte debido a nuestra mala preparación-actualización hubieramos sido víctimas , posiblemente hubieramos muerto en el enfrentamiento.
Desde aquí, pasados los años, conociendote un poco, es un placer conocerte ese poco. Cuidate mucho Pepe.