Hace unas semanas, el primo de Muamar Gadafi, Ahmed Gaddaf al-Dam, aseguraba que Daesh (Estado Islámico) posee y usa armas químicas en Libia. A mi parecer, eso es una verdad a medias. Y aunque ni soy, ni pretendo, ser un experto en armas químicas, en las siguientes líneas explicaré el porqué de mi discrepancia, y de esta forma, trataré de arrojar un poco de luz sobre este tema.
Hay crecientes temores en Occidente de que militantes de Daesh en Libia puedan tener acceso a armas químicas y biológicas y de que pudieran usarlas en combate o en ataques terroristas en Occidente. Sin embargo, estos temores son exagerados. Las armas químicas han sido una herramienta ineficaz para los terroristas en el pasado, y el desafío logístico que representa el transporte de grandes cantidades de materiales químicos, casi siempre resulta más costoso que los beneficios que pueden proporcionar para los grupos terroristas.
La reciente preocupación sobre las armas químicas en Libia deriva de que hace poco Daesh ha capturado varios sitios donde el ex líder libio Muamar Gadafi producía y almacenaba agentes químicos. En concreto, los observadores temen que los militantes hayan encontrado y usen Sarín, un líquido que cuando se vaporiza actúa como un agente nervioso que puede causar parálisis e insuficiencia respiratoria. Si se posee en cantidad, el gas Sarín puede insertarse en ojivas de cohetes y proyectiles de artillería, de tal forma que si se emplea adecuadamente, el agente químico podría ayudar a Daesh a diezmar a sus oponentes en su batalla por el control de la región. Sin embargo, el grupo terrorista está lejos de cumplir estos requisitos.
Mientras que Estado Islámico ha utilizado algunas armas químicas en Irak y Siria, donde fabrica pequeñas cantidades de gas cloro y agente mostaza de baja calidad, no hay indicación alguna de que tenga acceso al sarín. Tampoco ha habido ninguna señal de que Daesh esté tratando de exportar armas químicas de Siria e Irak, quizás en parte por el poco éxito que ha tenido su uso. En 2007, el predecesor de Daesh, Al Qaeda en Irak, había usado en un ataque varios coches bomba con grandes cantidades de cloro, pero el ataque infligió pocas bajas. De hecho, los ataques químicos de Daesh contra sus oponentes rebeldes han tenido hasta ahora poco éxito y no se han producido las víctimas en masa que el grupo esperaba.
En Libia no hay señal de armas químicas
A diferencia de sus homólogos en Irak y Siria, los militantes de Daesh en Libia no han utilizado ningún tipo de arma química hasta el momento. El hecho es que lograron apoderarse de numerosos sitios donde el gobierno de Gadafi supuestamente almacenaba sarín, pero las instalaciones pueden haber estado vacías o haberse destruido antes de su llegada. Por otra parte, durante la intervención militar multilateral en Libia, los Estados Unidos y sus aliados se cansaron de bombardear los sitios asociados con el programa de armas químicas del país norteafricano. Y lo que las potencias occidentales no podían bombardear, puede que lo hayan comprado…
Después de la revolución, los EEUU en colaboración con otros servicios de inteligencia extranjeros, compraron armas del país libio para mantenerlas fuera del alcance de los mercados regionales de armas. En cualquier caso, aun en medio de las batallas increíblemente brutales contra el gobierno y otros grupos yihadistas, Daesh no ha utilizado los restos persistentes del programa de armas químicas del gobierno de Gadafi por un buen motivo.
Y es que si alguna de las existencias de sarín del antiguo gobierno sobrevivió, probablemente serían inútiles ahora. El sarín se degrada rápidamente, y los Ejércitos a menudo esperan para producirlo hasta justo antes de lanzar un ataque. De hecho, las ojivas químicas del arsenal estadounidense tienen cámaras independientes para mantener los productos químicos separados hasta momentos antes del lanzamiento. Cualquier sarín mezclado antes de la caída de Gadafi, hace mucho tiempo que ha expirado, y después de haberse almacenado en instalaciones medio arruinadas y olvidadas durante cinco años, los agentes químicos – y los equipos necesarios para mezclarlos – son inútiles.
Si Daesh en Libia llegó en algún momento a tener acceso al sarín u otros agentes químicos, desde un punto de vista táctico, lo más lógico hubiera sido usarlo en el campo de batalla en Libia antes de tratar de exportarlos al extranjero, tal y como sus homólogos en Irak y Siria han hecho.
La amenaza de ataques químicos es baja en Occidente
Si Daesh pudiera transportar suficiente agente químico hasta los países occidentales para un ataque, el grupo lo usaría sin duda. Sin embargo, un ataque con armas químicas masivo requeriría una gran cantidad de agente nervioso. Más allá de las dificultades que Daesh enfrentaría en su transporte, una vez que los militantes llegaran a los países de destino, tendrían problemas para la formulación de un plan táctico para usarlo. En Irak, Al Qaeda usó algunos viejos proyectiles de artillería química cargados con sarín en artefactos explosivos improvisados; más recientemente, en Irak y Siria, el grupo utilizó proyectiles de mortero llenos de agente mostaza y cloro. Pero un ataque en un país occidental requeriría un método nuevo y desconocido.
De hecho, ningún ataque con sarín en Occidente valdría la pena: Teóricamente, una pequeña cantidad de un agente como el sarín puede matar a algunas personas (dependiendo de las circunstancias), pero usarlo para causar bajas en masa es todo un
reto. Hay una razón por la que los ataques con armas químicas llevados a cabo por un Ejército regular incluyen extensas barreras de artillería o cohetes de artillería que transportan grandes cantidades de agentes como el sarín, simplemente para generar una espesa y asfixiante nube de gas. Las pequeñas emisiones de agentes químicos son mucho menos eficaces, y es difícil de administrar una dosis letal de algo como el sarín, que es una sustancia muy volátil que se disipa rápidamente.
Cabe mencionar que Daesh no sería el primer grupo terrorista que utiliza armas químicas de manera intimidante e ineficaz para causar estragos en la población civil. En la década de 1980, Aum Shinrikyo, un grupo terrorista japonés, utilizó el sarín en varios ataques y despilfarró millones de dólares en programas de producción de armas biológicas y químicas con pocos resultados. Además del sarín, el grupo utilizó ácido cianhídrico gaseoso, el ántrax y la toxina botulínica en sus intentos fallidos en gran medida para orquestar ataques en masa. Por ejemplo, en 1995, en los ataques de Aum Shinrikyo contra el metro de Tokio, los miembros del grupo situados en los cinco trenes del metro abrieron 11 bolsas de plástico llenas de sarín, causando la muerte a 12 personas.
Es mucho más fácil, más barato y más mortal planificar y ejecutar ataques con explosivos o armas de fuego que intentar pasar agentes químicos de contrabando hacia un país occidental. Esto se ha demostrado una y otra vez en los ataques terroristas con armas químicas realizados por Aum Shinrikyo o Al Qaeda en Irak. Todos son fracasos relativos en comparación con el uso de “bombas”, tales como los ataques contra los trenes en Madrid en 2004, o en Londres en 2005, y los ataques armados como el del pasado noviembre de 2015 en París. Al final, la sencillez y la eficacia de las bombas simples y los asaltos armados yihadistas prevalecerán sobre el uso de las armas químicas.
En mi opinión, es poco probable que Daesh en Libia adquiera agentes nerviosos viables sobrantes del programa de armas químicas de Muamar Gadafi. A pesar de los temores, es poco probable que Daesh pueda llevar a cabo ataques de armas químicas en Occidente. Sin embargo, los ataques con explosivos simples y asaltos armados serán la mayor amenaza terrorista para los países occidentales.