Fragmento extraído de “En la línea de fuego: la realidad de los enfrentamientos armados” (Tecnos 2014), el libro que narra y analiza 22 casos reales de policías españoles que se enfrentaron a la muerte a tiro limpio; a cara de perro. El o tú o yo de 30 servidores públicos, resumido en un puñado de párrafos. Experiencias vitales expuestas a pulmón y corazón abierto. Angustia, sangre, sufrimiento, sudor, cobardía, ansiedad, miedo, desconocimiento, valor, lágrimas, incomprensión y soledad. Supervivencia.
La vida misma, a pie de calle: «Aunque realizó los disparos con el arma relativamente cerca de su cuerpo y rostro, no recuerda haber visto los fogonazos en la boca de fuego (era de noche), ni oído sus propias detonaciones. […] Aunque mi pistola tenía instalados unos elementos de puntería de Tritio, para poder ser enfocados y enrasados en la oscuridad, no fui capaz de pensar en ello. No me acordé, cuando se desató el tiroteo. Tampoco recuerdo haber intentado apuntar, me limité a levantar el arma a la altura de la cara y disparar hacia donde veía que estaba aquella gente con sus escopetas. […] Aquello era muy grave. Debimos disparar al aire, lo sé, pero yo ni me acordaba de que llevaba un arma de fuego en la cintura. Me ocurrió algo extraño en el momento álgido, de pronto yo no era una persona… solo era un cerebro que pensaba y deseaba que todo terminase cuanto antes».
Miguel de Cervantes Saavedra, el Manco de Lepanto, aquel que para unos fue infante de marina mientras que para otros solo fue un soldado de tierra que combatió embarcado, ya debía saber algo sobre todo esto cuando en 1605 publicó “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, una de las más universales obras literarias, la más en lengua española: «El miedo que tienes —dijo don Quijote— te hace, Sancho, que ni veas ni oigas a derechas, porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos, y hacer que las cosas no parezcan lo que son» (extraído del capítulo decimoctavo de la primera parte de la novela).
Y esto debe ser así porque hasta la Neurociencia del siglo XXI avala lo manifestado al rechoncho Sancho Panza, pese a que demasiados instructores y mandos de las fuerzas policiales modernas, anquilosados e iletrados ellos, se emperren en decir lo contrario, viciando peligrosamente los programas de formación del personal armado. Mentiras que alimentan la ignorancia; embustes que matan policías.