En un artículo publicado recientemente en la revista “ArmyTimes”, perteneciente al US Army, se habla sobre las dudas que han ido creciendo en torno a la utilidad que las unidades Paracaidistas tienen en el mundo actual. Por este motivo, vamos a analizar la necesidad y el futuro que las grandes unidades Paracaidistas tienen en el contexto militar actual.
Estas dudas han encontrado más eco tras la celebración de las maniobras de la OTAN Trident Juncture, en las que más de 36.000 tropas de más de 30 países tomaron parte. Más exactamente en los ejercicios de salto realizados en el campo de maniobras de San Gregorio, Zaragoza, donde en torno a 500 paracaidistas de la Segunda Brigada de la 82nd Airborne Division realizaron un salto conjunto (el pasado mes de marzo tuvimos la oportunidad de verlos saltar en unos ejercicios conjuntos con la 1st Cavalry Division en Fort Hood).
Muchos líderes del US Army y de la OTAN se mostraron contentos por el mensaje que este salto, de gran impacto visual, enviaba a Rusia. Pero aun así, algunos líderes militares consideran que las unidades Paracaidistas están desconectadas de la guerra moderna, al ser excesivamente caras de mantener y entrenar, y virtualmente suicidas en caso de guerra.
De hecho, los saltos de unidades Paracaidistas han sido rara avis desde su introducción en la Segunda Guerra Mundial, habiendo 2 saltos en la guerra de Corea, en 1950 y 1951, uno en 1967 en Vietnam, uno en 1989 en la invasión de Panamá, y uno en 2003 durante la invasión de Irak. En este último salto, la zona de caída ya se había asegurado previamente por parte del 75th Ranger Regiment y los aliados Kurdos, quienes, según se cuenta, hicieron chanza y burla del salta sobre una zona ya asegurada.
Ningún líder militar duda de la importancia de las unidades Aerotransportadas, pero desde la guerra de Vietnam, y aún más en los últimos 20 años, la balanza ha ido cayendo claramente del lado de las unidades de Air Assault (Asalto Aéreo), como por ejemplo la 101st Airborne Division, una antigua división Paracaidista reconvertida a Air Assault; o la 1st Cavalry Division y sus capacidades de caballería aérea.
La necesidad de capacidad paracaidista de unidades especiales y relativamente pequeñas, como la 75th Ranger Regiment es evidente, pero muchos dudan de la conveniencia de mantener divisiones completas con capacidades paracaidistas que incluyan cocineros, conductores, oficiales de relaciones públicas, servicios religiosos… en resumen, toda la infraestructura de apoyo que acompaña a una división.
Una división Paracaidista cuesta un 10% más que una unidad de Infantería ligera Aerotransportada, y la previsión de utilidad de la primera es básicamente 0 en el escenario mundial actual. Prueba de ello es que, desde la Segunda Guerra Mundial, el principal rol de la 82nd Airborne Division en misiones de guerra ha sido el de Infantería ligera.
Las unidades Paracaidistas necesitan grandes cantidades de aviones volando en línea recta, a velocidad lenta y en alturas que los hace inefectivos contra las capacidades antiaéreas de cualquier potencia militar de hoy en día. Un estudio del año 2014 de RAND, un think tank (laboratorio de ideas) que hace análisis para las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, notaba su habilidad única de poder desplegarse rápidamente en cualquier parte del mundo. Sin embargo, ese mismo estudio hace hincapié en las limitaciones de combate de estas unidades, al carecer de capacidad de incorporar vehículos blindados ligeros a sus operaciones. Esto reducía su velocidad, movilidad y supervivencia de las unidades Paracaidistas en combate.
En respuesta a este estudio, la 82nd Airborne Division solicitó el desarrollo de un vehículo de combate ultraligero que pudiera lanzarse junto a las tropas. La idea sería que gracias a estos vehículos, los paracaidistas podrían realizar el salto lejos del objetivo y a salvo de las defensas antiaéreas, pudiendo así acudir por tierra a la zona de combate. Esto es, lo que básicamente sería una unidad aeromóvil en su ejecución, con el coste de una unidad Paracaidista. El US Army ha encargado 33 unidades de este vehículo para su análisis.
Coste económico
Además de las dudas en torno a las capacidades tácticas reales de las unidades Paracaidistas, otro factor que aparece en su contra es su alto coste. Sólo mantener los aviones C-17 necesarios para la operatividad de los 45.000 paracaidistas cuesta 7.000 millones de dólares al año, 82 millones de dólares en bonuses de salto, y 21 millones más por brigada, comparado con una brigada de Infantería ligera Aerotransportada (Air Assault).
Los defensores de las unidades Paracaidistas resaltan la capacidad de disuasión que tienen estas unidades. En este sentido, un oficial de la OTAN comentaba la cara de sorpresa que pusieron los observadores rusos en el salto conjunto realizado en San Gregorio, dentro del marco de las maniobras Trident Juncture de la OTAN. Y no sólo el salto, sino todo lo que venía detrás: brigadas pesadas, acorazadas, infantería ligera, etc. No es un problema de las unidades Paracaidistas por sí solas; es lo que aportan al conjunto, puntualizó.
La realidad es que desde la primera gran operación de asalto aéreo desde helicópteros realizado por la 1st Cavalry Division en 1965, la llamada batalla de Ia Drang, y la consecuente proliferación de las unidades aeromóviles, las unidades Paracaidistas quedaron relegadas al olvido en los planes tácticos de los Generales. En unos tiempos donde los presupuestos militares son cada vez más reducidos, pero las necesidades de proyección internacional elevadas, las divisiones Paracaidistas pueden resultar disuasorias sobre el papel, pero mostrarse poco prácticas en la realidad.
Quién sabe si estaremos viviendo su lenta decadencia hasta llegar a la desaparición total de las grandes unidades Paracaidistas.