Como os conté hace unos días, en la última subasta de armas que tuvo lugar en la Intervención de Tres Cantos (Madrid) pujé por una escopeta Ugartechea con pistolet. Tal y como os avancé, mi puja fue algo baja, por lo que no tenía demasiadas esperanzas en llevarme el premio gordo. Sin embargo, la semana pasada supe que mi puja había sido la ganadora en ese lote y que esta escopeta paralela Ugartechea pasaba a forma parte de mi colección de armas de ánima lisa.
Ayer jueves 5 de marzo fue el día de recogida de mi nueva adquisición. A las 09.15h me presenté en la Intervención de Armas de Guzmán el Bueno en Madrid. Había alguna persona haciendo cola, pero la atención fue bastante rápida. Me dieron los formularios con los que ir al banco y, una vez abonadas la puja y la tasa de emisión de la guía, me enseñaron el arma mientras emitían la documentación pertinente.
Mi primera impresión fue una mezcla de ilusión contenida y cierto desagrado al ver que la madera que estaba en perfecto estado, ahora tenía alguna marca del “maltrato” seguramente sufrido durante la subasta. Nada llamativo, simplemente algún picado donde se ha levantado el barniz, pero cuando la examiné en Tres Cantos, no estaba… Enfundé la escopeta, me la llevé conmigo y no volví a echarle un buen vistazo hasta después de la cena.
En ese momento de tranquilidad y soledad, como si de una ceremonia se tratase, me dispuse a observarla con todo el detenimiento del mundo. Quería descubrir todos sus posibles defectos, los posibles arreglos que pudiera necesitar, los daños causados por el óxido, la madera picada, etc. Aunque la había observado a conciencia en la subasta, este es para mí un momento de máxima importancia y disfrute. Había visto alguna zona en la báscula y en la base de los cañones con algo de óxido superficial; la cantonera también estaba rota, pero en cualquier caso no había nada que no se pudiera reparar de una manera bastante sencilla.
Probé las agujas percutoras con aliviamuelles: picado perfecto, sonido redondo, sonoro e inmediato. Probé a continuación la apertura y el cierre. Para la apertura, quizás un poco de engrase haría el juego mucho más fluido. El cierre sí que es perfecto, literalmente perfecto. Sólido, suave, sin vibraciones, firme… con ese característico sonido “CLUCK” que emiten las escopetas de calidad. Quizás, la escopeta me quedue un pelín corta, pero no es para nada un problema; es sólo un trabajo de customización. La tensión en los gatillos es también perfecta, con un recorrido uniforme que permite un control casi perfecto. El seguro tiene debajo un poco de óxido, nada grave, y su operación es precisa.
Para ponerla a punto, comencé con un tratamiento básico de limpieza estándar para observar potenciales problemas ocultos. Lo primero, una profunda limpieza de los cañones por dentro y por fuera. Usé lo habitual: aceite de armas (en este caso Armistol), varilla primero con espiral de cobre, luego acero, y después papel secante, y finalmente lana. Los cañones están perfectos por dentro. En segundo lugar, me dediqué a la limpieza de los expulsores y los cañones por fuera. Nada destacable.
Pasé entonces a la báscula. Aquí me centré un poco más en las zonas de óxido, utilizando un cepillo fino de cobre, habiendo previamente empapado la zona con Armistol. La capa superficial salió perfectamente, reduciendo muchísimo la marca de óxido. Realmente quedaron solo dos manchitas un poco más resistentes.
Limpié la báscula por fuera y me centré en otras dos pequeñas manchas de principio de óxido en la parte inferior. Normalmente estas manchas son más complejas, primero porque es una zona visible y de material más delicado; y segundo porque estas manchas suelen estar producidas bien por un golpe y después una humedad no atendida; o bien simplemente por el sudor de las manos. No parecen problemáticas, así que las dejé la para tratarlas con más detalle en una segunda limpieza, ésta ya correctiva.
Las maderas agradecieron bastante una simple limpieza, primero con un trapo húmedo, y después con Armistol empapado en un paño. Los piques de la madera son material para el aceite de linaza y creo que con unas cuantas pasadas, quedará perfecta.
Vuelvo a montar el arma, y se nota el profundo agradecimiento del noble acero eibarrés al ligero engrase que le he dado. El juego de apertura y cierre es ahora más ligero y mantiene la solidez que tienen las armas de calidad.
Mañana sábado le toca re-estrenarse en una sesión de tiro al plato en modalidad de ojeo y ahí veré sensaciones, empaque y, sobre todo, comprobaré si nos llevamos bien el uno con el otro. ¡Prometo contar sensaciones y primeros trabajos de restauración!