Seguro que la respuesta a la pregunta que da título a este artículo y que os viene a muchos directamente a la cabeza es muy sencilla: “pues que se oye un ¡¡¡PUUM!!!, el arma me da una coz en el hombro y cierro los ojos…” Sí, es una manera de verlo, pero realmente apretar el disparador es el momento clave en el ritual del disparo. Podríamos dividir la secuencia del disparo en 3 momentos o fases: la preparación, el gatillo y el “follow up” o momento sucesivo. Vamos a verlas con detenimiento.
La preparación al disparo
Tenemos el arma cargada, montada, encarada y sin seguro, por lo que nos encontramos justo en el instante previo al disparo. En el caso de una escopeta, seguramente tenemos los dos ojos abiertos, vemos nuestro objetivo, hemos calculado cuánto debemos adelantar el tiro, la distancia a la que nos encontramos del objetivo… en definitiva, estamos preparados para efectuar el disparo.
Tenemos nuestro dedo índice apoyado en el gatillo; es muy aconsejable apoyar la yema del dedo, y no tanto la articulación del mismo. Aunque parezca una tontería, realmente y después de efectuar muchos disparos, apoyar sólo la yema evita que muchos tiros se nos vayan levemente a la derecha (para los diestros, lo contrario para los zurdos), ya que con la articulación, y siendo diestros, tiramos levemente del arma en esta dirección. En los disparos con escopeta, esto se nota poco o nada, pero en los disparos con rifle a más de 100 metros, se ve claramente el efecto, y puede ser de pocos centímetros a 100 metros, pero puede ser la clave en un fallo a 250 metros.
Es muy importante tener la “mecánica” o ritual de disparo perfectamente asumido: la cara bien pegada a la culata, la adecuada posición de los pies (a veces cazando esto no es tan fácil y hay que tirar “a tenazón”), el peso levemente echado sobre la pierna más adelantada y sobre todo, visualizar el objetivo que pretendemos sea finalmente alcanzado.
El disparador
Llegados a este punto, apretamos el gatillo y se produce el disparo. Es importante apretar el gatillo de forma progresiva y utilizando todo el recorrido del mismo. No se trata de dar un “calambrazo” o un martillazo, sino todo lo contrario; no es un impulso, sino una presión constante y fluida. Haciéndolo así nos evitaremos movimientos innecesarios del arma.
En este momento, cuando apretamos el gatillo, se produce una serie de movimientos mecánicos dentro del arma que ocurren en centésimas de segundo. En primer lugar, el gatillo suele liberar el martillo percutor o percutor a secas. Dicho percutor golpea el pistón o fulminante del cartucho, produciendo una ignición. Esta ignición genera la combustión de la pólvora. Y son realmente los gases de esta combustión los que, al expandirse rápidamente y multiplicar el espacio necesario para su liberación, permiten que el taco o el proyectil salgan impulsados a gran velocidad por el cañón.
Aclaremos por tanto que el disparo no es una explosión, sino más bien es una combustión. Esta combustión se produce dentro del cartucho o de la vaina, que a su vez está alojada ya dentro del cañón del arma.
En las armas semiautomáticas, el retroceso producido por la combustión y salida del proyectil hace que se muevan más mecanismos para expulsar la vaina o cartucho vacío y se recargue de nuevo el arma.
El “Follow Up”
Nada más producirse el disparo, sentimos el retroceso del arma en nuestro hombro y el sonido generado en nuestros oídos. La mayoría de personas cierra los ojos instintivamente en este momento y hay que trabajar y disparar mucho para tratar de evitar este acto reflejo, manteniendo así los ojos abiertos cuando disparamos.
Es muy recomendable continuar el “swing” o movimiento del arma para evitar tirones y seguir al objetivo, hayamos acertado en el blanco o no. De esta manera, estamos preparados para ejecutar el segundo disparo. Normalmente, yo siempre trato de asegurar el disparo y no pensar en el segundo intento, es decir, que en mi caso siempre disparo para acertar de un único tiro.
Un error tremendamente común es levantar la cara del arma para ver si hemos acertado o no. Esto hace que se fallen muchísimos segundos disparos, normalmente porque se van altos al no estar ya bien encarados. De hecho, muchísimos cazadores veteranos realizan pocos segundos disparos y consiguen muchos aciertos disparando normalmente sólo una vez; mientras que los noveles “queman” cajas de cartuchos con un ratio bastante bajo de efectividad. Cuando sucede esto, es fácil pensar que la escopeta no “plomea” bien, que el choke no es el apropiado, o que los cartuchos son los culpables. Efectivamente, puede ser que estos factores (siendo importantes) tengan su efecto, pero normalmente, lo que falla no es el arco ni las flechas, es el arquero y su precipitación…
Las 3 fases del disparo, recordemos, la preparación, el gatillo y el “follow up”, son importantes y tienen su efecto en el ratio de aciertos. No hay una duración establecida para cada una de ellas, porque hablamos de décimas de segundo en muchos casos, o de pocos segundos en general. Pero una buena preparación nos asegurará muchos blancos. Además, un buen momento del disparo nos sumará aún más aciertos, y un follow up fluido hará que si no hemos acertado, tengamos opción a un segundo intento.