Mira el vídeo y piensa, aunque sea un segundo, cuántas veces te ha podido pasar a ti lo mismo. ¡Ah! Es verdad, a ti nunca te podría pasar algo así, porque estas cosas solo pasan en Wisconsin, Miami y YouTube. Pero va a ser que no es verdad, porque hay sangre española derramada, y no poca, en Marbella, Petrer, Jerez, Donosti, Alicante, Madrid, etc.
Medita sobre los segundos que te regala tu instructor de tiro, mientras te recuerda los pasos que debes ir realizando hasta que se gire la silueta, para, en perfecta posición de tiro, abrir fuego. O si no, pon en cuarentena ese toque de silbato que sugiere, u ordena, disparar con exquisita precisión.
Por favor, pide seriedad y compromiso a tus formadores. Exige que no te la metan doblada, ¡coño! Y es que sobran lerdos amparados por diplomas de papel mojado; del mismo modo que faltan muchos vagones cargados de realidad, con revisores preñados de conocimientos.
Breve reseña sobre el caso concreto del vídeo: policía entrenado y mentalizado, que no requirió alimentar la recámara de su pistola ni manipular seguros manuales. Este es el resultado definitivo: agente herido por un impacto de bala en la cadera. ¡Ah!, y judicialmente exonerado por el pasaporte que le expidió al atacante.