Porque no me canso, porque soy un pelmazo y porque me apasiona el tema, paso a contarles en qué ha consistido la última prueba balística que he realizado. Como ya viene siendo habitual, esta evaluación se ha llevado a cabo con métodos totalmente domésticos. Si bien es cierto que los resultados obtenidos no son definitivos ni absolutos, sí que pueden ser muy orientativos para aquellos que quieran o necesiten meditar sobre ellos, por más que algunos necios se obstinen en seguir metiendo palitos entre los radios de la rueda evolutiva.
El test aspiraba a conocer, insisto que caseramente, qué capacidad de perforación tenían 10 proyectiles del calibre 9mm Parabellum. El elenco estaba conformado por: Remington Golden Saber 147gr; Hornady FTX 135+P; Remington Golden Saber 124+P; Fiocchi Gas Check 123gr (plomo); Hornady FTX 115gr; Magtech Punta Hueca 115gr; Fiocchi Black Mamba 100gr; Ruag SeCa 99gr; Fiocchi EMB 92gr y Men QD-PEP-II 91gr.
Como pueden comprobar, los protagonistas de esta función no eran figurantes, quiero decir que no eran cartuchos al uso de esos que normalmente habitan en los cargadores de nuestros policías. No, por una razón: todos sabemos ya, de antemano, que lo comúnmente utilizado se excede en cuanto a penetración se refiere; no queriéndose enterar de ello, ni de los riesgos que esto comporta, quienes deciden qué sí y qué no tienen que disparar los encargados de hacer cumplir la ley. Por ello, los proyectiles blindados y semiblindados no fueron convocados al casting. ¡Pa qué!
El Fiocchi de plomo grafiteado (123gr), un producto muy consumido por los tiradores deportivos y, aunque en menor medida, también por numerosos cuerpos locales de policía y por no pocas empresas de seguridad privada, era el más normalito de cuantos cartuchos fueron testados. Una punta que, todo hay que decirlo, no solamente he usado a nivel de dotación policial, sino que incluso sigo utilizando actualmente en el ámbito personal. Tan es verdad que este cartucho concebido para uso deportivo es adquirido por algunas fuerzas de seguridad, que un compañero de promoción de este servidor metió uno de estos proyectiles en el tórax de un atracador, tras haber perforado la luna delantera del coche sustraído en el que huían él y su compinche, a la par que acometían al funcionario con el propio automóvil.
Dejen que siga con la anécdota protagonizada por aquel policía (febrero de 2001). Como quiera que procedía de la Legión española, donde había ejercido durante 8 años, habiendo alcanzado el empleo de cabo primero en su última etapa castrense, algunos periódicos se apresuraron a decir que la munición utilizada era perforante, dado su color negro. Sostuvieron, además, que la bala estaba compuesta de uranio empobrecido y que había sido traída por el legionario desde los Balcanes, en su regreso a España después de haber participado en varias misiones internacionales. Así es, bobos unidos con las manos entrelazadas en aras del despropósito, de la desinformación y del “vamos a echar un poco de mierda, que los atracadores son pobres víctimas del sistema capitalista y fascista representado por los agentes de la autoridad”.
Pero saben qué, y esto es muy lamentable y preocupante, que la retorcida falacia partió de los labios de un instructor de la Policía que, a su vez, la comentó con otro compañero quien, también a su vez, se la contó a otro y así sucesivamente hasta que la absurda información recaló en la redacción de aquellos noticieros. Que a nadie le quepa duda: los políticos de la oposición local entraron de cabeza en el túnel de la mentira con ánimo de rascar titulares de prensa, de balbucear más minutos en la radio afín y de pasear abultadas bolsas de basura con las siglas de algunos sindicatos policiales.
Yo mismo fui preguntado en su momento por la veracidad del origen de aquel cartucho de plomo. Manifesté, siempre que fui interpelado, que aquella cromática luctuosa, porque la bala efectivamente era negra, procedía del revestimiento de grafito proporcionado en fábrica. Tuve que aclarar que el grafito es un lubricante natural derivado del carbón y que de ahí aquel tono zaino. Pero mis palabras no interesaron: en esta profesión mía, en la que la agonía y la envidia dominan todos los rincones y lubrican los resortes de las poltronas, perro sí come perro. Por cierto, y ya finiquito este asunto, el malo no falleció por las heridas infligidas. El proyectil, tras recorrer un importante tramo de su cuerpo, quedó alojado en su interior, después de haber descrito una trayectoria descendente desde la zona pectoral hacia la región lumbar. Aunque estos mismos cartuchos también pueden suministrarse impregnados con teflón, esto ni mucho menos brinda a la bala propiedades perforantes, como algunos vociferan.
Seguimos hablando de los demás actores que dan vida a este texto. Dijérase de ellos que eran cartuchos casi exóticos. Por más que poco a poco se estén imponiendo entre los integrantes de nuestros cuerpos de seguridad pública, las puntas expansivas siguen siendo muy desconocidas. Estos eran en su mayoría los demás miembros del reparto del día, proyectiles expansivos, aunque no todos fuesen huecos. Se contó con la excepcional participación del liviano Black Mamba (100gr), el cual no deja de ser un mero proyectil blindado, de atractivo nombre y suculento aspecto.
El blanco, algo tan importante como los propios proyectiles contra él dirigidos, era lo que muy reducida y básicamente somos los seres humanos: agua contenida, protegida y vestida; contenida celular y extracelularmente, protegida por la piel, el órgano más grande de nuestro cuerpo, y vestida con prendas textiles. No olvidemos que el agua es el principal componente del cuerpo humano: un 75% al nacer y un 10% menos en la edad adulta.
He tirado, a lo largo de varias jornadas, contra garrafas de agua potable comercial. Los contenedores, de 5 litros de capacidad, fueron dispuestos en posición vertical, unos pegados a los otros. Significar que el espesor o profundidad de cada botella era de 15 centímetros. La primera de ellas, la garrafa que debía recibir el primer envite, fue vestida con una capa de tejido textil 100% algodón. Por tratarse de un experimento completamente casero, hasta días antes la tela había formado parte de un pantalón tipo “chino” usado y unas cuantas veces lavado a máquina. Importante: el arma utilizada fue una Glock 26 y la distancia de fuego 3 metros.
Si de un proyectil de arma corta destinado a misiones policiales se espera que no sobrepenetre el cuerpo impactado, ¿cuál de los aquí presentados se detuvo en la segunda garrafa, o sea, tras cruzar 30 centímetros de tejido plástico y acuoso, sin perforar la tercera botella (potencial baja colateral)? Según estudios publicados por el FBI, agencia norteamericana de seguridad que no necesita presentación, un proyectil de defensa debería contar con capacidad para penetrar un cuerpo humano entre 28 y 35 centímetros. Hay que tener en cuenta que en el curso de los enfrentamientos armados los tiros no siempre se colocan frontalmente en sus destinatarios, como por otra parte sí ocurre en las siluetas de papel empleadas en los campos de tiro convencionales. En la vida real, la gente tiene miedo y se mueve ante la posibilidad de ser “tocada”, tanto si en el pecho luce una placa como si asoma una jeringuilla tatuada. Todos quieren acertar, sin ser acertados, por lo que las balas pueden describir extrañas trayectorias lesivas. Ahí fuera el sudor huele diferente, a no ser que estemos hablando de psicópatas. En la calle se sangra, por lo que todo es distinto a como sucede en las asépticas galerías.
Para que se hagan una idea, mi hijo de 10 años de edad cuenta con una distancia de brazo a brazo de 40 centímetros, medidos en posición de firme. Y yo, que le llevo 35 años, y miles de tortillas de patatas de ventaja, sumo 52 centímetros. Por tanto, y según el FBI, una buena bala expansiva debería quedarse en el interior de mi caja torácica si esta penetrase perfectamente alineada de brazo a brazo, a la altura del paquete muscular.
Voy a exponer, creo que sin muchas más dilaciones ni matizaciones, los datos arrojados en las pruebas realizadas. Quiero reconocer que lo ideal hubiese sido efectuar 5 disparos con cada tipo de cartucho, para posteriormente calcular las medias. Pero siendo la prueba tan casera como las natillas que hacía mi madre, hasta aquí puedo llegar con el único apoyo, que no es poco, de mis ganas y de unos cuantos amigos. Básico como el instinto de supervivencia que es uno, hasta que algún benefactor me ofrezca medios. O mejor aún sería que yo no tuviera que contar qué hago y cómo lo hago, porque este tipo de asuntos se encontraran ya superados por investigaciones oficiales autóctonas. Informes públicos, sin complejos. Que dejen ya de contarnos milongas y que la Administración se moje de una vez por todas. Fundemos el club de la verdad y clausuremos los chiringuitos enmoquetados que algunos han convertido en negocios presididos por sus bastones de mando.
El FBI, obviamente, lleva a término este tipo de pruebas con métodos y materiales mucho más sofisticados y científicos. Emplea gelatina balística 250-A, rebajada al 10%, con la que construye bloques de 25x25x50 centímetros que, mantenidos a una temperatura de 4ºC, ofrecen una textura similar a la media de un cuerpo humano, incluyendo la densidad de todos los órganos. Está claro que no es la panacea, pero por el momento es, posiblemente, el mejor material disponible para experimentar en este campo.
DATOS:
1.- Fiocchi Gas Check 123gr: se detuvo en el interior de la 7ª garrafa (105cm). El proyectil fue recuperado con su correspondiente tapa latón (gas-check) engarzada en la base, sin deformación alguna y, por tanto, sin apreciable pérdida de masa.
2.- Fiocchi Black Mamba 100gr: perforó 4 garrafas (60cm), fracturó la quinta y rebotó hacia la derecha de la línea de blancos. El proyectil fue recuperado sin deformación alguna (expansión cero), a casi dos metros de la última garrafa.
3.- Hornady FTX 135+P: perforó 4 garrafas (60cm), recuperándose el proyectil en el interior de esta última. La punta alcanzó una bella y homogénea expansión de 14 milímetros, sin apreciable pérdida de masa. También fue hallado, con visibles lesiones, el tapón de goma (rojo) que cerraba la ojiva. Repetida la prueba una vez más, la bala no pudo ser localizada tras atravesar la cuarta garrafa de modo tangencial, debido a una trayectoria lateral descrita por el proyectil.
4.- Ruag SeCa 99gr: realizada la prueba en dos ocasiones, los proyectiles penetraron hasta la 4ª garrafa (60cm). No se produjo aparente pérdida de masa, ofreciendo las balas una expansión uniforme de 11 milímetros, que era lo que aproximadamente se esperaba.
5.- Remington Golden Saber 147gr: perforó 3 garrafas (45cm) y abolló la pared de salida de esta última. El proyectil fue recuperado sin apreciable pérdida de masa, presentado una bonita expansión de 14 milímetros.
6.- Remington Golden Saber 124+P: perforó hasta la 3ª garrafa (45cm). El proyectil fue recuperado en dos partes, núcleo y envuelta, alcanzando los 12 y 16 milímetros de expansión respectivamente. No se produjo apreciable pérdida de masa.
7.- Men QD-PEP-II 91gr: perforó 3 garrafas (45cm), recuperándose el proyectil sin apreciable pérdida de masa. La deformación presentada fue mínima, 10 milímetros, lo que realmente se esperaba. La caperuza de plástico (azul) que sellaba la ojiva fue hallada junto al proyectil, tras haberse desprendido del mismo.
8.- Magtech Punta Hueca (JHP) 115gr: el proyectil se descompuso en varios trozos. Quedaron claramente identificadas dos lascas de la envuelta (una de mayor tamaño que la otra), que fueron recuperadas en la 2ª garrafa, y el núcleo expandido hasta 13 milímetros, que fue hallado en el interior de la tercera.
9.- Hornady FTX 115gr: perforó 2 garrafas (30cm). El proyectil fue recuperado completamente abierto, alcanzando 20 brutales milímetros de expansión. Visualmente no fue detectada pérdida de masa. También fue hallado, con visibles lesiones, el tapón de goma (rojo) que cerraba la ojiva.
10.- Fiocchi EMB 92gr: perforó 2 garrafas (30cm). El proyectil fue recuperado con 17 impresionantes milímetros de expansión uniforme, sin apreciable pérdida de masa.
Este texto concluye ampliando la exposición hecha en el primer párrafo: la información aquí vertida no es absoluta, ni mucho menos definitiva. Para alcanzar un veredicto objetivo habría que observar qué comportamiento arrojaron estos mismos proyectiles frente a por ejemplo arcilla, lunas de vehículos no blindados, prendas balísticas, varias capas de tejido textil convencional, etc.
Ahora, amigos lectores, piensen detenidamente qué clase de cartuchos utilizan durante el servicio, si son profesionales armados, o para defensa personal, si son civiles no inermes. Parece que determinados proyectiles, en virtud de su peso, carga de proyección y configuración o diseño, pueden penetrar suficientes centímetros como para herir a un hostil, atravesarlo y luego, por mano del diablo, lesionar a terceras personas. Pero insisto, las tropecientas garrafas reventadas en aras de obtener estos datos no contenían ni huesos ni carne, y además únicamente estaban arropadas por una sola capa de tela. Para colmo, ningún enser doméstico urbano, como un mueble de salón, un cristal, o una puerta de madera, se interpuso en la trayectoria de estos proyectiles. Sin embargo, en la vida real esto sí suele ocurrir, pudiendo desvirtuarse cualquier teoría preconcebida.
3s Comentarios
aurora aurora
Hace tiempo que sigo al autor. Me gustaría formar ese grupo de estudios desde todas las perspectivas. Sean policiales -en cada Fuerza-, militares, judiciales, fiscales, letradas, mecánicas, deportivas, etc. Creo conocer quien participaría en un proyecto serio. Si me lo permiten, más que para no seguir degerando, se ponga fin a la ignorancia.
Juan S.
Pedazo de artículos hace este hombre. Siempre que busco algo empiezo por páginas de USA y acabo aquí… con la duda resuelta aquí.
Ernesto, usted es un maestro y encuentro admirable su labor. Sólo me falta saber de dónde saca tanta variedad de munición y un euromillones y seguiría sus pasos sin duda.
Gracias por enésima vez.
Angel
Si es cierto. Eres un pelmazo